domingo, 3 de febrero de 2008

103. EVENTO ESPECIAL

El humo se adueñaba de su vista, y poco a poco comenzaron a lagrimarle los ojos. Tosió un poco, y se abrió paso entre la multitud que atestaba el bar, hasta que consiguió llegar a la puerta. A su paso, vio como el grupo actuaba, tocando una conocida canción que emocionaba al público, mientras una chica comenzaba a deleitar a un grupo de admiradores mientras comenzaba el boceto de un conocido personaje rubio de una serie de dibujos. Allí se encontraba mucha gente, anónima o conocida: se encontraban turcos e incluso una famosa maestra del látigo y del cuero, hablando acaloradamente con un nutrido grupo de algo parecido a estrellas del pop; la joven se dio la vuelta y caminó hasta un gigantesco hombre de morena piel que lucía un semblante amenazador. A su lado, abriéndose paso, estaba otro joven, algo más mayor según parecía: era rubio y llevaba unos verdes ojos de gato.

Al abrir la portezuela y salir, sintió como sus pulmones se despejaban y sus ojos volvían a ver claramente una vez más. Edward era un chico de pueblo, y no estaba acostumbrado a los lugares cerrados y llenos de tabaco y gente. Cuando su vista se despejó, cosa que no podía decir de sus oídos, vio una calle despejada por completo, salvando a una mujer que atendía a un hombre tirado en la calle. Edward no prestó atención, y miró hacia la bóveda celeste artificial.

La luz artificial de los neones iluminó su cara y dibujó en el suelo su silueta, mientras el pensaba con los ojos cerrados. Ahora mismo, había sido encontrado por los turcos y encerrado (y posteriormente liberado, sin saber cómo); se encontraba prácticamente sin dinero, al haber sido confiscada la herencia que su amigo Steven le había dejado al morir prematuramente, y también había perdido dos de sus materias durante el ataque de Turk. Tan solo le quedaba una, oculta en una pequeña cajita de su apartamento; pero esto no era suficiente. Con sus escasos ahorros, tendría que comprar, al menos, otra materia.

Siempre le atormentaban los recuerdos, y los hechos actuales no tenían un aspecto de mejora en su vida: su maestro había muerto defendiendo Corel, tan solo unos años atrás, durante la rebelión. Steve también había muerto, aquejado de una terrible enfermedad que le consumió y le destrozó; había perdido a Ylsiv, su inseparable compañera, la única persona a la que había querido con tanta fuerza como para embarcarle en aquella misión suicida. Por si fuera poco, ahora parecía que su espectro se había levantado de la tumba, y se había introducido en el cuerpo de una doctora.

La vida no le pintaba muy bien, y por ello había decidido relajarse un poco bebiendo en el primer lugar que pudiera. La bebida y la euforia se habían adueñado de su cuerpo, y junto con un compañero que había conocido en el bar, un joven de 17 años, había comenzado a beber y pelear en una demostración de lucha.
Lamentablemente, la pelea acabó cuando Edward había lanzado un barrido para desequilibrar a su oponente y había impactado con una camarera que acabó cubierta de cerveza y vodka por toda la camiseta, marcando sus abultados pechos y provocando un sonoro espectáculo de berridos e insinuaciones por parte de los varones que antes observaban la pelea y ahora observaban el negro sujetador de la chica. Por fortuna, la camarera también llevaba unas cuantas copas encima de aquellas que le habían volcado, y alegre corrió a cambiarse de camiseta. Dejando a su compañero de combate mientras este vaciaba una jarra de cerveza fría, Edward se escabulló.

No tenía muchas ganas de fiesta, y se marchó a un tranquilo bar donde preparaban un famoso cóctel. No recordaba el nombre del bar ni de la bebida, pero un par de personas amables dirigieron sus pasos indicándole la dirección y los datos que necesitaba para llegar al mencionado pub. Poco a poco, llego a la zona del Sector 6 donde se encontraba dicho lugar.
La zona estaba muy silenciosa, parecía que el mundo entero había enmudecido repentinamente: únicamente se escuchaba el sonido de una televisión que daba las noticias.

<<… aún no han confirmado nada. La población está a la expectativa de un comunicado de Shin-Ra. Los expertos han estimado que se trata de un objeto de grandes dimensiones debido a su tamaño, aún no han desvelado nada acerca de su trayectoria por lo que les informaremos a medida que se sepa más.Ya se han registrado los primeros ataques de histeria en zonas de…>>

No necesitó escuchar más, quería comprobar qué era aquello. Echó a correr, tanto como le permitían sus piernas y sus músculos ahogados en alcohol, en dirección al siguiente sector. O al menos, a aquello que antes fue un sector: las ruinas del Sector 7. Desde la caída de la placa, y siempre que ninguna banda lo impedía con un enfrentamiento, se podía vislumbrar el cielo. Aunque la terrible iluminación artificial de los focos y la capa de nubes tóxicas no permitían ver las estrellas en todo su esplendor, siempre se podía admirar a los pequeños puntos que dejaban los más grandes luceros.
Los escombros amontonados de los edificios caídos delineaban una macabra silueta que reflejaba muerte y pobreza, pero esta vez una tenue aura rojiza envolvía todo, llenándolo de magia y belleza. Edward se acercó un poco más, allí donde la placa no le impedía ver. Al instante, sintió emoción y terror.

Una gran estrella de color rojo y violeta surcaba el cielo, era un gigantesco punto que a la vez asustaba y causaba eufórica alegría.
- Por fin te he encontrado – murmuró sin poder apartar la vista, con una sonrisa en sus labios – “Arma de los Ancianos”.

Surcando el cielo, cinco puntos fugaces atravesaron la figura que llenaba el cielo y se desperdigaron por el mundo.

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“Yo soy aquel a quien vosotros llamáis Blooder. Yo soy quien libra una batalla, la batalla contra el mundo, dispuesto a sumirle bajo mi yugo gracias al poder que ejerce el terror. Tal es el terror que causo en vosotros, población de Midgar, que incluso los cielos se han venido abajo, y hoy una nueva estrella ha surgido para anunciar que yo soy aquel que subyugará a toda la basura de este mundo. El propio mundo es su basura, las gentes corrompen, queman, roban y destruyen todo cuanto tienen a su alcance. Yo limpiaré todo es, y para ello, comenzaré por causar tal miedo en este mundo, usando la corrupción, el fuego, el robo y la destrucción. Yo seré vuestro soberano, bañado en la sangre de miles de inocentes, bebiendo los fluidos de los recién nacidos. Yo soy Blooder, y a la vez soy vuestro asesino.

Yo te reto, ciudad de Midgar. Yo te reto, Rufus, a ti y a tu maldita compañía. Yo os reto, miembros de SOLDADO, que habéis creado a las mayores escorias del mundo. Yo os reto, departamento de Turk, que os paseáis con vuestra opulencia matando y riendo de vuestra barbarie.
También os desafío a vosotros dos, “Fantasmita” e “Inexistente”, asesinos que encabezan la lista; os desafío a encontrarnos y desangrarnos mutuamente hasta que solo uno sobreviva.

A todos vosotros, os reto. Hoy comienza la batalla que decidirá al mayor asesino del mundo. Ése seré yo, Frank Tombside”

- Esas son las confesiones dejadas en la nota del psicópata conocido por el nombre de Blooder. Según las opiniones de esta cadena, el asesino planea una especie de juego macabro con las autoridades competentes de nuestra querida ciudad, e incluso podríamos aventurar a que juega con la propia ciudad. Según comentarios del propio alcalde de la ciudad, el ilustrísimo Domino, se está…

Jerry apagó la televisión: ya había visto demasiado. Enfurecido, golpeó la percha que sostenía su largo abrigo, rompiendo el cristal que servía para reflejar su imagen. “Ese gilipollas de Pollard Jr. … No solo ha permitido difundir esa nota que encontramos, sino que encima se ha atrevido a cambiar parte del mensaje para aterrorizar a la población. ¡Así Tombside será quien gane esta guerra!”
Furioso consigo mismo, volvió a coger las fotos que reposaban sobre una abultada carpeta marrón llena de documentos. Las fotos mostraban el cuerpo sin vida del miembro de SOLDADO de 2ª clase Jonhson, totalmente despedazado y cubierto de sangre. Inexplicablemente, el asesino era capaz de medirse con algunos de los luchadores mejor cualificados por el ejército de Shin-ra.

El detective comenzó a mirar nuevamente las fotos. De pronto, percibió algo anómalo que no había visto antes:

- ¡Eso es! – gritó el canoso personaje, ganándose unos cuantos golpes en la pared por parte de los vecinos más educados, y unos bonitos elogios a su madre por parte de los vecinos más normales – Tombside ha dejado una pista; al parecer el “soldadito” no lo hizo tan mal después de todo.

Convencido de su logro, cogió un viejo PHS y marcó el número de uno de los principales dirigentes de Turk. Antes de que el teléfono fuera descolgado al otro lado de la línea, McColder lanzó un vistazo al espejo hecho añicos. Frente a él, se reflejaban miles de viejos de pelo gris y torso desnudo, cubierto por completo de marcas. El original admiró esas cicatrices, producto de numerosos injertos y que le habían costado su plaza entre la élite de Turk, pero que le habían dado el sobrenombre de “Blastskin”. Lanzó una última mirada a su destrozado cuerpo, y volvió su atención al aparato que emitía una estruendosa voz que volvía a mentar cosas sobre su madre.

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