jueves, 26 de julio de 2012

Diario de... Han Parker Cliff


Soy Han.
Han, “La Muerte”.
Me han dado ese apodo por ser el perseguidor más duro de todo Midgar.
Partimos de una premisa simple: Dos tíos con gran ego tienen coches rápidos, pero solo uno puede ser el mejor, así que compiten.
A veces, salen a la vez y el ganador es el primero en llegar a la meta. Cuando el circuito es demasiado difícil para eso, uno será el escapista, y otro será el cazador.
Y nunca es un circuito. Siempre es una carretera. Un tramo secundario, medio abandonado y mal conservado, oculto en lo más hondo de la placa.
Y siempre es difícil.
Yo persigo, o más bien, perseguía.
He hecho una pequeña fortuna en estas pequeñas apuestas, despojando a mis oponentes de su dinero y sus coches. Obligándolos a volver a casa a pie, llenos de rabia y sensación de derrota. He gastado una gran fortuna en perfeccionar mi propio coche.
Hasta que lo vendí, voluntariamente. Solo para conseguir las piezas del coche definitivo.
Muchas veces me he sentido como el guitarrista más rápido de Midgar, pero sé que no lo soy. Igual que sé que si soy el piloto más rápido de Midgar.
No importa el tipo de vehículo: Nadie ha sido capaz de atrapar al pájaro.
Cuando persigo, siempre recuerdo mi infancia. Recuerdo correr contra un amigo y perder. Ambos imaginábamos una situación que nos motivase a correr más y nos lanzábamos, cruzando la calle a la carrera, tan rápido como nuestras piernas y pulmones nos dejasen.
Siempre perdía. Me preguntó en que pensaba y le dije que me imaginaba perseguido por un lobo. El lobo más grande, oscuro, violento, terrible y hambriento que pudiera haber existido nunca, y viene a por mí.
Mi amigo se rió.
“Yo me lo imagino siendo yo el lobo”.
Mi amigo murió a los veintiuno, atropellado por un coche. Lo echo mucho de menos.
Yo era el lobo.
Por encima del miedo que te ataca en cada curva, en cada luz en el carril contrario, en cada cambio de rasante o en cada tramo sin visibilidad, existen fuerzas más fuertes que dominan a ese miedo. La ambición, la ira, el orgullo... El Hambre.
Ahora soy escapista.
Mi coche ya no es la muerte. Es el Pájaro. El Pájaro plateado de libertad.
Y nada puede atraparme. Me siento más vivo que nunca.
Sé que hay un lobo detrás de mí, pero no puede cogerme, y cada segundo... Cada paso sobre ese bosque imaginario, cubierto de nieve medio derretida, oscuro y lleno de negros árboles, es la plenitud de la vida misma.

En los últimos meses de mi vida, he colaborado con una célula terrorista. He encarado experimentos de Shin-Ra. Experimentos humanos. “Experimentos” a los que habré llamado alguna vez “amigo”.
He facilitado la huida de gente que ha cometido auténticas masacres. He causado el caos entre mis perseguidores, he provocado accidentes, y, simplemente, ignoro que habrá sido de la gente implicada. Si son civiles, lo siento. Pero no miro atrás.

No soy una buena persona, ni una mala persona. Simplemente soy rápido. Y solo tengo una vida.

Y la vida, es esa cosa que empieza a partir de las tres mil quinientas revoluciones por minuto y acaba con la muerte.  

sábado, 25 de febrero de 2012

El mp3 de...



Rolfhelm Vassally

Rolfmao para los amigos, o simplemente Rolf, es uno de los personajes recurrentes de mis relatos. Pervertido, refinado, infame, célebre, un buenazo y un cabrón. La única forma que tienen sus amigos de definirle depende solo de como esté de humor en ese preciso segundo.


A la hora de escuchar música, al igual que prácticamente todo en su vida, le gusta que las cosas no sean simples.


Hoy, el mp3 de... Rolf.



Si buscáis el nexo común, principalmente lo tenéis en el hecho de ser canciones rebuscadas. Los ritmos de Dream Theater, los efectos de Muse o el increíble coro vocal de los Beach Boys (sin olvidar la producción, de la mano de Brian Wilson), junto con algo de emotividad por parte de Aerosmith, por poner un ejemplo, para acabar con la clara idea de que, en el fondo, estamos ante un pervertido. ¿Quien sabe que dos canciones reafirman eso?