- ¡Claro que no estúpido! – Rió una voz armoniosa, de forma bastante estridente. ¿Cómo puedes pensar eso?
- ¡Si no me dieras motivos ni se me ocurriría pensarlo! – Gruñó en contestación aunque sin mal humor evidente una voz más masculina y de semblante serio.
Ella bromeaba, le encantaba pincharle y el lo sabía, pero aun así jamás podía evitar caer en su juego. Después de todo, estar enamorado tenía un precio, y en este caso era tener que soportar ciertas insinuaciones acerca de que entre su larga cabellera marrón surgían dos portentosos bultos de terminación afilada. Y aunque sabía que realmente ella le amaba y mientras él estuviera jamás se le ocurriría depositar su esbelta figuraa en las manos de otro hombre, no podía evitar ese impulso irracional que le llevaba a adoptar esa aptitud de casi-enfado que a ella tanto le gustaba. Ella reía y él no podía hacer otra cosa que admirar su belleza. Su larga y clara melena recogida en una coleta, sus preciosos y enormes ojos, ligeramente agrandados a la vista debido a las gafas, su expresión corporal suave y grácil, como si estuviera dirigiendo una orquesta con cada uno de sus movimientos. El atuendo de científica le favorecía, pensó, delineaba muy bien las curvas de su cuerpo y le daba ese aspecto de chica interesante e inaccesible. Inaccesible para los demás por supuesto, idea que le atraía bastante para establecer aun más su base de confianza. Ella le miraba directamente, observando su mirada recorrer una a una las partes de su cuerpo hasta que volvió a depositarla en sus ojos y sus miradas se cruzaron. No hizo falta decir nada más, se abalanzaron el uno sobre el otro a la vez, liberando su pasión, aclamando su juventud, sabiendo que les pertenecía y podían dominarla por encima del resto de humanidad colapsada por sus propias apetencias. Tenían amor y no necesitaban nada mas, ella ahora volvía a observarle con una sonrisa, ahora dominada más por la lujuria que por la inocencia. Y él, mientras poco a poco iba avanzando por el cuerpo que anteriormente había oteado, se juró a si mismo que podría hacer cualquier cosa por mantener esta sensación de plenitud por siempre. Cualquier cosa… Por ella.
Y durante las dos siguientes horas, ellos dos fueron uno.
Una luz tenue de amanecer iluminaba puntos difusos de la habitación a causa de los huecos intermedios de una persiana plegable que tapaba la única ventana. Quiso la aleatoriedad que uno de ellos concurriera en la zona en la que se situaban sus ojos aún cerrados, los cuales pronunciaron su clausura brevemente para después abrirse de forma muy pausada y pestañeando con frecuencia. El entorno de la habitación era bastante austero, como el de una casa que acaba de ser amueblada de forma realmente barata y no se sabe muy bien como rellenar los huecos existentes entre los muebles. Poco a poco su figura masculina, no muy musculada, pero si bien definida, se fue deslizando hasta el borde de la cama y sus dos pies comprobaron que el suelo estaba frío. Buscó sus gafas en la mesilla sin mirar, con suavidad, hasta que sus manos palparon el contorno ya conocido de la montura. Se refrotó el ojo izquierdo con su mano libre antes de ponérselas y poder contemplar todo de forma nítida. Una sensación fatal recorrió su cuerpo, la misma que llevaba días y días intentando sobrellevar sin éxito alguno. No se atrevió a darse la vuelta, no quiso salir del sueño vivido cada noche, quiso huir allá donde la culpabilidad y la pesadumbre no destrozaran su alma, ahogaran su corazón y le amartillaran el cerebro. Giró poco a poco su cabeza, con nula esperanza, pero no hizo falta girarla completamente para comprobar lo evidente. El espejo de enfrente de la cama le reveló su ya conocida soledad: Ella no estaba, ni estaría jamás reflejada en cualquier espejo. Y entonces, como cada mañana, Érissen se llevó las manos al rostro y lloró en silencio, precedido antes de un lastimero “Lo siento”
“… No obstante las cosas no pintan nada bien para ShinRa S.A ahora mismo Mike, sus acciones han bajado un nada despreciable 3,4 por ciento y les está resultando difícil contener el pánico general de la población en Midgar. Numerosos casos de fanatismo apocalíptico se están repitiendo día a día en los diferentes sectores y fuentes fidedignas han puesto en la boca del General de defensa Heidegerr la palabra “Desbordados” para calificar la situación actual del grupo SOLDADO. Mucho me temo que cuando todo esto acabe nos espera una dura temporada de recesión durante al menos 4 años, esperemos que el joven presidente Rufus sepa como sobrellevar la situación.
- ¡Ya lo han oído! ¡Él es Noé Zoser, nuestro experto en economía que si no anuncia tres veces a la semana que la ciudad de Midgar va a irse por un gigantesco y colosal retrete no es capaz de conciliar el sueño! Pienso sinceramente Noé que hay que darle un voto de confianza al nuevo Presidente. Ha asegurado que no son más que despuntes dentro de una línea económica estándar y yo pienso que tiene razón, está muy de moda echarse las manos a la cabeza por cualquier cosa que altere la rutina. Cambiando radicalmente de tema, ¿Qué opinan de la manifestación preparada para mañana por el grupo ecologista GAIA? A mi particularmente me hacen muchísima gracia, en especial cuando colgaron la gigantesca pancarta en el edificio ShinRa con la frase “Coged el Mako e iros a tomar por sa…”
La voz de la radio fue silenciada por el ruido de la sartén al echar el aceite. Aang no tenía especial aprecio por la cadena de retransmisión oficial, partidista e influenciada hasta la saciedad más absoluta, pero cuando ocurría alguna baja entre las filas de SOLDADO o Turk las anunciaban a bombo y platillo con un exagerado pésame y alabando la muerte heroica del susodicho y declarando las toneladas de medallas al valor que se le iban a otorgar. Aang sabía que Jonás sabía cuidarse de sobra y reconocía sentir algo de compasión por aquellos contra los que le destinase la misión pero… Nunca podía evitar poseer esa sensación de inquietud al saber que él, como tantos otros, se enfrentaba cada día a un peligro mortal. Fue sacada de sus pensamientos por unos ya conocidos pasos que escuchó tras la puerta cada vez más cercanos.
- Buenos días Érissen. – Dijo sin girarse, mostrando un repentino interés por la perfección del desayuno.
- …nos días – Contestó este sin muchas ganas mientras tomaba asiento en la mesa de la cocina.
Aang no le dio importancia, los primeros días se había sentido un tanto molesta por la actitud reacia a la conversación del chico, pero desde que mas o menos conocía su historia se había decidido a no reprocharle nada. No obstante este ya era el vigésimo día desde que lo recogió y lo único para lo que había salido de casa fue para reparar sus gafas y hacer la compra un par de veces obligado por ella misma. Los primeros días tenía excusa debido a las heridas que no le dejaban ni moverse de la cama, pero había sanado increíblemente rápido gracias a las nociones de medicina militar de Aang. Ella tenía claro que hoy tenían que avanzar un poco más en la conversación pendiente… Después de todo, él estaba en peligro. Y estaba aquella sensación…
- Veo que tampoco hoy has tenido buenos sueños ¿Hai? Bueno, no te preocupes, pienso que en gran parte son debidos a la herida de tu cuello que es la que mas se resiste. Pero parece que tu cabeza está estupendamente. – Se giró mostrando una sonrisa, que fue captada por Érissen, aunque este hiciera como que apartaba la mirada.
Apreciaba muchísimo lo que aquella mujer estaba haciendo por el, le estaba cuidando, manteniendo y se había preocupado con rigurosidad por sus heridas, que había curado de forma realmente admirable. Lo único que había podido hacer él para corresponderle había sido contarle por encima todo el embrollo que le había llevado a casi desangrarse en aquel callejón – Obviando, por supuesto, el hecho de que su última misión consistía en matarla a ella… No sabía aun como decírselo, o incluso si debía decírselo. Confiaba en que Aang comprendiera que le estaba agradecido, que jamás se le ocurriría hacer algo en su contra después de todo lo sucedido y que si aceptó el encargo era porque no tenía mas remedio… Pero desde luego no confiaba en su novio ex militar, Turco, neurótico, brutal, violento y lleno de cicatrices sobre el que tanto se había informado y cuya decisión al respecto había sido “Aléjate lo más posible, si puedes disparar a la chica desde Junon, hazlo”. Ya había pasado una semana y tenía claro que tocaba moverse en alguna dirección, y la más obvia y necesitada por su psique estaba clara: Venganza.
- ¡El desayuno está listo! – Dijo mientras apagaba la radio para después depositar delante de Érissen y enfrente suyo dos cuencos dentro de los cuales identificó lo que parecía ser una mezcla entre pan y churros poco tostados.
Aang sirvió en la mesa además de la bollería desconocida dos latas similares a las de refresco amarillas en los que Érissen solo pudo reconocer en caracteres entendibles la palabra “Yeo’s”. Eso sobrepasó el ya escaso conocimiento de Érissen acerca de los desayunos típicos de Wutai y antes de quedar en ridículo, prefirió preguntar.
- Eh… - Intentó buscar la frase adecuada. Esto… ¿Como se toma?
- ¡Ah! – Sonrió de nuevo. Disculpa, Jonás también tuvo confusión la primera vez que se lo serví. Esto – Señaló a los churros. Se llama “Youtiao”, es una bollería salada que se toma frita junto con leche de soja fría, que es la lata que tienes delante del plato ¿Hai? También se pueden tomar envueltos en rollos de arroz, pero entonces es conocido como “Zhaliang”
Érissen cogió la lata y la observó con curiosidad, fue a abrir la boca nuevamente pero Aang se anticipó a la pregunta.
- Si, la leche de soja procedente de Wutai se conserva en latas en lugar de envases de cartón o botellas de cristal. El aluminio es mucho mas barato de importar y se puede almacenar en láminas muy finas que ocupan poco espacio de almacenaje y por lo tanto hay que realizar menos pedidos. Los servicios de transporte siempre abusan de Wutai con los precios de entrega alegando la dificultad de acceso por los varios puentes y el sendero montañoso. De modo que es mucho más económico utilizar latas, aunque os cause tanta confusión a vosotros, los gaijin. Recuerdo que Jonás se decepcionó mucho cuando se dio cuenta de que no era cerveza. – Dijo con cierto tono de nostalgia.
Érissen se asombró de lo rápidamente que podía exponer datos la mujer que tenía delante. Ya había comprobado que tenía una mente muy bien organizada a lo largo de estas semanas de convivencia, pero no podía evitar sorprenderse cada vez que soltaba tan rápido, como sin pensarlo, una gran cantidad de información acerca de su ciudad natal u otros temas. Se lamentó de pensar que una persona así hubiera tenido que ejercer de prostituta para mantenerse. La imitó abriendo la lata de leche y echándola en el cuenco junto al Yaoutiao, cogió dos palillos y comió el primer trozo. Pese a la inusualidad del desayuno, tuvo que reconocer que no estaba nada mal.
- No lo veo factible Érissen, por ningún lado. Está claro que te buscan, ir a la estación del tren intersector tan pronto me parece una locura. Y más en estos momentos, en el que todo esta abarrotado de Turk y SOLDADO.
Érissen fregaba los platos mientras Aang pasaba el dedo índice por el borde de su taza de café, haciendo circunferencias. Ya tenía previsto que la primera reacción de Aang no sería la de recibir bien la noticia, después de todo él mismo sabía que era muy arriesgado. La organización no se caracterizaba por dejar las cosas a medio hacer, y a decir verdad, su huida había resultado victoriosa porque algún ente primigenio debía estar aburrido y le tendió su ayuda, porque realmente no se explicaba como pudo sobrevivir al salto.
- Ten en cuenta que ni Turk ni SOLDADO tienen nada en mi contra, y dudo seriamente que la organización haya informado a agentes de la ley, que es lo que tanto se preocupan por evitar. Tienes que entenderlo Aang, no puedo quedarme toda la vida esperando a la nada aquí recluido. Además provoco gastos y sé de sobras que tu economía no es muy elevada. Tengo dinero y mis instrumentos de trabajo en esa taquilla de la estación, no quiero seguir resultando una carga, y si vinieran a por mi, no puedo defenderme sin una mísera pistola.
Aang suspiró, esperaba mover un poco a Érissen pero tampoco se esperaba una decisión tan precipitada y arriesgada. Pero tenía que reconocer que tenía razón, apenas le quedaban unas pocas centenas de guiles, las suficientes como para aguantar una semana más, pero malvivir el resto. Y no quería volver a casa de Jonás solo para coger dinero, por dios, sonaba tan frío... Si los agentes de la ley no le perseguían sería necesaria mucha mala suerte encontrarse justamente con uno de los miembros de la dichosa organización… Supuso que no le quedaba mas remedio.
- Está bien – Platicó. Arréglate, salimos en media hora.
Érissen miró sorprendido a Aang, no había contado con ello.
- Aang, agradezco todo lo que has hecho por mí… Pero a partir de aquí será mejor que siga solo.
Aang frunció el ceño.
- ¿Y eso porqué?
- Bueno… Podría resultar peligroso.
- Créeme, no es el mayor peligro que habré afrontado.
- Puede ser, pero tampoco quiero implicarte en esto, no vaya a ser que también la tomen contigo…
- Me estás mintiendo.
Érissen miró a Aang fijamente, la cual estaba haciendo lo propio con él. Dejó el último plato en la pila de la vajilla limpia y se sentó enfrente de ella. La situación era realmente comprometida, si seguía así iba a tener que explicarle la verdadera razón de su preocupación por ella y no es algo que quisiera hacer todavía. Y aparte de ese argumento, no concebía otro para impedir que Aang le acompañara. El gesto de Aang no le ponía las cosas fáciles, y hubiera jurado que esos ojos rasgados eran como un maldito detector de mentiras.
- No te miento Aang, simplemente me preocupo por tu seguridad.
- Ya te he dicho que no hace falta que te preocupes. Y me sigues mintiendo.
Érissen no estaba del mejor humor como para que algo así consternara sus planes, fingió una molestia superior a la que ya tenia y se levantó de la silla dando una palmada muy fuerte con los dedos abiertos a la superficie de la mesa.
- ¡Maldita sea! ¡He dicho que no! ¿Tan dificil te resulta quedarte quietecita?
Lo siguiente sucedió muy rápido, más de lo que estaba preparado para percibir en ese momento. Solo pudo captar un sonido similar a un silbido y un rápido movimiento de Aang y súbitamente una navaja reglamentaria estaba clavada en la mesa, justo en el punto entre sus dedos anular y corazón, a escasos milímetros de la carne que los une. Érissen palideció y tragó saliva, levantó de nuevo la cabeza para mirar a Aang, la cual le escrutaba con la mirada y tenía los brazos cruzados.
- Nunca me han gustado que me griten, ya tuve que aguantar lo suficiente en mi anterior oficio para que un niñato como tu tenga que protestar en el piso en el que yo misma le doy residencia. ¿Hai? Si te preocupa mi salud a la hora de acompañarte te honra, pero te aseguro que no me creo que seas tan insistente sin otro motivo aparente. Tengo la sensación de que me ocultas algo desde el momento en que me viste por primera vez y te quedaste con cara de haber visto a un muerto resucitar de una tumba haciendo encaje de bolillos. Y créeme, creo que si hay un momento para que me lo cuentes es ahora. – Dijo todo esto muy rápido, sin apenas respirar, como si llevara mucho tiempo queriendo decirlo y al final pudiera liberarse.
Érissen parpadeó repetidas veces, incrédulo, de nuevo había subestimado la mente de aquella misteriosa nativa de Wutai y ahora estaba contra las cuerdas. Retiró la mano de la mesa, con la que agarró la navaja y la desclavó con cierto esfuerzo. Analizó la situación durante unos quince segundos que, sabía, le acabaron de delatar del todo. Finalmente, cogió la navaja por el filo y se la tendió de vuelta a su propietaria.
- Está bien, te juro que a la vuelta te lo contaré todo – Aang frunció el ceño aún más. ¡Te lo prometo! Pero ahora tengo que ir ahí y comprobar muchas cosas, y tengo que ir solo. Mi vida ha sufrido demasiados cambios repentinos como para permitirme correr el riesgo de perder a la única persona que me ata a la realidad, ¿Comprendes? Has hecho tanto por mí que mereces saberlo, y he sido idiota al no decírtelo hasta ahora. Pero por favor Aang, solo esta vez, déjame ir solo y retomar lo que me queda de mi anterior vida.
Aang mantuvo la vista en los ojos de Érissen, ahora si que veía sinceridad en sus ojos. Cogió la mano que le tendía la navaja y la empujó brevemente hacia su portador.
- Llévatela, y no vengas con heridas nuevas que curar o descubrirás utilidades diversas de esa navaja que jamás hubieras deseado conocer.
Las estaciones del tren intersector, denominado así por ser el tren que atravesaba todos los sectores para evitar largos trayectos a pié, nunca solían estar muy llenas ya que poca gente se movía a sectores muy alejados del suyo. Existía una gran cantidad de personas del sector 6, por ejemplo, que jamás en su vida habían pisado el sector 2, y viceversa. La diferencia económica se palpaba mucho en Midgar, y una vez te acostumbrabas a tu propio nivel social, apenas te relacionas con gente de diferente nivel. Cuando Érissen llegó, solamente había una persona en la parada del tren. Se acercó con disimulo para observar si podía resultar algún peligro, pero por lo que vio era una persona normal y corriente, que ojeaba la página de un periódico con un extenso artículo de opinión que hablaba de cierta bronca en un bar la noche anterior, y de cómo los extranjeros están tomando demasiada importancia en Midgar. Dejó de leer por encima del hombro de aquel señor y se giró hacia las taquillas. En las diversas estaciones de metro, había unas taquillas que podías alquilar a un precio bastante reducido en las que la gente guardaba sus cosas para no tener que acarrearlas en trayectos de ida y vuelta. Érissen llevaba un año utilizando ese escondrijo para guardar su maletín, que contenía diversas armas, materias y una buena cantidad de dinero, todo lo que necesitaba para ejercer su profesión temporal de asesino a sueldo. Ahora se alegraba de haber tomado la decisión en su día de guardarlas ahí en lugar de en su casa, por si le descubrían o se veía obligado a cambiar de domicilio. Mientras llegaba a la taquilla se sintió un poco mas seguro, estar en ese punto de enlace con sus instrumentos le hacía sentir que aún tenía la posibilidad de defenderse en su particular lucha contra un gigante como la organización. Se consideraba bastante bueno en su terreno, antes de Aang, cada uno de los trabajos fue realizado con perfección, limpieza y profesionalidad. Desde luego ahora no le faltaba motivación, sus ansias de venganza eran aquello que le obligaba a ponerse en pié cada mañana y ahora mismo su corazón palpitaba fuerte ante la expectativa de devolverles el golpe a todos esos monstruos crueles y chantajistas que tanto daño le habían causado… Aquellos que se la habían llevado y le habían utilizado bajo amenaza de matarla, para finalmente intentar deshacerse de los dos… Y conseguirlo en el caso de Sus pensamientos siguieron abordándole mientras introducía la llave en su taquilla y la abría. Y por segunda vez en el día, Érissen palideció. En su casillero no había ningún maletín…
Había una pistola y una nota.
Con las manos temblorosas, cogió la nota y la leyó:
“Solo tiene una bala, se bueno y ahórranos el trabajo”
El mundo de Érissen se vino debajo de nuevo, aplastado por su propia desgracia y pena arrugó la nota y golpeó con el brazo el muro de taquillas, apoyando en el su cabeza y deseando que todo este infierno acabara, deseando despertar y que todo esto no fuera mas que un sueño cruel provocado por su mente.
- ¿Por qué?… Sarah...
martes, 21 de octubre de 2008
Suscribirse a:
Enviar comentarios (Atom)
7 comentarios:
Sólo tengo una queja: Érissen sólo lleva una semana con Aang? Es decir, desde que lo recogió a la salida del Highlander Cavern? En todo ese tiempo hemos tenido asaltos, expediciones, experiencias cercanas a la muerte, citas, SOLDADOs yendo y viniendo de Junon y dosmil cosas más, y sólo ha pasado una semana????
Yo pondría dos y pico o tres, pero una semana me parece demasiado poco.
A parte de eso, Érissen es taaan mono. Me gusta mucho como cuentas la historia y su historia en sí, se hace fácil de leer pero no escatimas en detalles y preservas muy bien la personalidad de Aang.
Y encima la has dejado en la mejor parte! XDDD Jode pero lo deja genial para continuarla luego. Juegas muy bien con los recursos.
^3^
Pues al principio iba a poner cinco días... xD
Lo cierto es que luego pensé que 40 relatos son bastante mas de una semana... Voy a remediarlo ahora.
Gracias por ser la primera destripadora!
Está curioso, ya casi no recordaba a este pobre hombre de la última vez que apareció y me ha costado un rato ubicarlo.
Se podría decir que su buena suerte (que le salvaran el culo) ya ha terminado, pq ahora está bien jodido.
Me ha costado ver el enlace, ya me has dicho que te había sido difícil hacerlo pero... ·-·
Yo no he identificado el enlace, así que toca descubrírmelo :P
Muy bueno, aunque hubo algún punto que se hacía largo y otros que avanzaban a gran velocidad...
La noticia de la paliza en el bar y la mención a que los extrangeros están ganando poder en la ciudad en el periódico que lee el hombre de la estación. Es sútil pero se ve ;)
Yo habría escrito algo más. La confesión de Erissen a Aang va a ser, cuanto menos, graciosa, pero cuando te vuelva a tocar, probablemente ya se habrá producido (es lo lógico, a no ser que nos pongamos a hacer relatos que duren 4 segundos cada uno).
Aparte de eso, me tienes que explicar que es una navaja reglamentaria. (Mira la lista de armas o busca en google "italian stiletto" para ver que lleva Aang).
Publicar un comentario