miércoles, 1 de julio de 2009

179.

Alexandre Da Silva se sentó en el sofá de su casa y colocó una pequeña bolsa de plástico en la baja mesa de cristal, con varias revistas y diversos mandos a distancia.

Cogió uno fino de color gris y encendió el reproductor de música que reposaba en la estantería más cercana, de tres alturas.

Comenzó a sonar una pieza de cuatro violines y dos contrabajos en allegro.

En su sofá de cuero sintético color crema, parecía mirar extrañado la bolsa de plástico, como si fuese algo ajeno a él. La cogió con el índice y el pulgar y resopló.

-Será cabrón. Lo ha vuelto a hacer.

Pero lo que estaba hecho, no se podía deshacer. Así que se rascó la nuca y dejó la bolsita llena de tabaco de liar en su posición inicial.

Un cabrón con suerte se decía a si mismo a menudo, por lo menos en parte. Sus excéntricas obras de arte se vendían por cuantiosas sumas de menudo y siempre a los cuatro ricachones que adoraban su estilo.

Eso le había otorgado cierta fama, chicas y un piso en las “siempre a cielo abierto” calles del sector 6. Tampoco se lo tenía creído, pero exprimía al máximo los privilegios que le otorgaba ser adinerado.

Con un gran suspiro que rebosaba vagancia, se levantó y subió tres escaleras de madera que separaban el salón del estudio; botes de pintura, multitud de tarros con pinceles de la mejor calidad y varios lienzos, unos a medias y otros tapados con grandes telas manchadas de pintura.

Sentía un agotamiento mortal y no entendía por qué( o tal vez sí) A sus trenita y tres años poseía un cuerpo atlético pero no hacía nada por mantenerlo. Ver mucha televisión, asistir a fiestas y comer todo tipo de exquisiteces…Pintar cuadros no es que quemase muchas calorías. Y aún así siempre mantenía el tipo.

Un mentón firme soportaba el peso de una trenza hecha con su perilla, diez centímetros de pelo rizado que acababa en dos pequeñas gomas, una verde y otra roja; el resto de su mandíbula permanecía siempre afeitada con meticulosidad. Un golpe con la bicicleta de pequeño le había desviado ligeramente el tabique nasal y ahora se le marcaba más en la parte izquierda. Otra fina coleta trenzada le salía de la nuca y llegaba a la altura del esternón. El resto de la cabeza, rapada al cero, iba la mayor parte del tiempo cubierto de un gorro de lana verde, a juego con sus ojos de un verde cenizo.

-Poco tiempo, poco tiempo-gruñó retirando la tela de un lienzo de 100x70, cosa que le puso de más mala hostia todavía-¡Joder! Otra vez me has pintado parte del cuadro. ¿Es que yo nunca tengo autoridad en esta casa?

Siempre le hacían lo mismo, incluso un día probó a esconder una pequeña obra en A3 bajo su cama y a la mañana siguiente alguien había dibujado parte de un paisaje marino.

Exasperado, cogió el lienzo y se dirigió al caballete para descubrir un post-it en la pata más larga.

“Utiliza más colores mamón, que no tienes ni idea.”

Arrancó el papel amarillento y lo hizo trizas en un segundo. Estaba hasta los cojones de que le dijesen lo que tenía que hacer. ¡Se supone que el artista era él!

De su interior parecieron rugir las fauces de un bégimo al darse cuenta de que aquella nota anónima tenía razón.

Llamaron a la puerta con tres golpes en la robusta madera, suaves pero precipitados.

-Hoy va a ser un día muy largo- pensó mientras se dirigía a recibir a quien fuese. Si era alguien vendiendo libros de dietas milagrosas o “ adoremos al meteorito” le estamparía la puerta en las narices con placer.

Cuando fue a agarrar el pomo, el sonido de una llave introduciéndose en el cerrojo le dejó confuso

-¿Lucille?-preguntó alzando una ceja al ver a su vecina-¿Cuándo te di yo una llave de mi casa?

-La última vez que tus cuadros se incendiaron misteriosamente. Me la diste por si estabas en alguna fiesta y volvía a pasar- Alexandre se encogió de hombros- Da igual.

-¿Y tú dónde has estado? No te veo desde hace dos semanas por lo menos.

-Ya tomaremos un café y nos ponemos al día- Alexandre se dio cuenta de que sólo iba vestida con un albornoz azul- ¿Tienes condones?

El artista abrió los ojos como platos y se quedó indefenso ante tal pregunta. Instantes después el cabreo que arrastraba le formuló una respuesta inteligente.

-¡Si no tengo tiempo ni para follar!

-Vale señor vecino pintor borde- se quejó ella pensando en otro asunto que la esperaba dos pisos más arriba, en forma de novio, impaciente y empalmado- tendré que bajar a la farmacia antes de que a Yief se le corte el rollo.

-¿Con que Yief eh?- dijo él con sorna. Pero las puertas del ascensor ya se estaban cerrando- Siento no tener lo que buscas.

Volvió a su trabajo con una pequeña sonrisa dibujada en los labios y observó el cuadro durante unos minutos. Sobre un fondo púrpura la imagen en escorzo de un hombre se las ingeniaba para salir de un agujero. El espectador veía la escena desde algún punto sobre él, pero también era capaz de mirar su rostro. No parecía haber agujero alguno dibujado, sino que simplemente en algún momento el lienzo engullía las piernas del sujeto. Eran colores vivos y saturados allí y allá, pero la cara del atrapado tenía una mueca macabra. Con una mano se hundía el dedo anular en el ojo izquierdo y con la otra daba más expresividad al mudo grito que emitía su amplia boca.

Comenzó a hacer diversas mezclas en una pequeña paleta, siempre sacando colores saturados. Con una brocha hizo rápidos trazos alrededor de la cintura con un azul intenso, como si estuviese ahogándose en un río. Sin esperar a que se sacase, volvió a repetir el proceso una y otra vez con otros colores. Con un rojo borgoña bastante aguado hizo fugaces salpicaduras y dejó que varias gotas cayesen en vertical sobre la tela. Después vino el amarillo con manchas asemejándose a hierba y terminó con pequeños matices de naranja y un par de contornos blancos. Ahora daba la impresión de que aquél hombre en plano aberrante escapaba de una tumba compuesta de infinidad de colores.

De fondo sonaba un terceto de viento cuando llamaron de nuevo al timbre. Una voz al otro lado de la puerta anunció que traía algo.

-Paquete para el señor Lambb Schnapps.

-Se ha equivoc…-El artista se quedó en blanco unos segundos, se miró las manos y dejó los pinceles en un tarro con agua-Enseguida voy.

Se lavó las manos de manera rápida y abrió la puerta. Frente a él, un hombre con un uniforme caqui de una empresa de reparto esperaba impaciente con una caja de cartón en sus manos. Era igual de alto que de ancho y sudaba hasta debajo de su gran mostacho.

-Ya era hora, llevo toda la semana esperándolo-dijo Alexandre cogiendo la caja.

Al repartidor se le hincharon los carillos pero se contuvo en el último momento, ofreciéndole una carpeta para que firmara.

-Firme aquí, el pago se hará por transferencia bancaria.

-Pienso comprobar si me habéis cobrado de más-era una broma pero el repartidor bufó y casi incrustó el botón del ascensor.

-Jodidos bohemios, que gilipollas son todos- se oía mientras el ascensor descendía hasta la planta baja.

Alexandre(o Lambb según figuraba en la caja) llevó el paquete hasta la mesita de cristal y lo abrió como un niño abre los regalos de su cumpleaños. Antes de retirar todo el papel de embalaje cogió el mando a distancia de la música y cambió a un grupo punk con acento de Wutai.

-Cuantas veces le tendré que decir que no me gusta la música clásica.

Sacó todo el papel arrugado de la caja y contempló lo que le aguardaba en su interior: Un juego de dos Archer&Grossman de cañón largo en perfecto estado dispuestas a ser cargadas y probadas.

Cerró los dedos en torno a una de ellas e imitó el cargado del tambor. Los contrapesos a lo largo del cañón la hacían perfectamente equilibrada y el triple cierre funcionaba a las mil maravillas. Se notaba el paso de los años en el metal, pero su eficiencia se mantenía como el primer día: El tambor giraba con fluidez, la espuela del percutor retrocedía sin dificultad.

-Menuda joya-dijo en voz alta. Además, en el estrecho tramo metálico entre el gatillo y el tambor había dos ranuras de materia.- ¿Qué es este botón?

Ciertamente, en la parte más baja de la empuñadora había un botón de plástico del tamaño de una lenteja. Lo apretó y acto seguido bajó una cuchilla por una finísima línea hecha en la culata. El pintor se quedó mudo de admiración.

-Este tal Samuel G. Almond es un auténtico genio-dijo leyendo la tarjeta de visita que el creador de las pistolas había colado dentro de la caja-¡Una cuchilla en la culata! Esto se merece un descanso.

Abrió la bolsa llena de tabaco de liar y se sacó del bolsillo del pantalón el papel para fumárselo. Por lo visto sólo fumaba eso, porque poseía una habilidad pasmosa para liar cigarros; se pasaba el tabaco de una mano a otra y cuando te querías dar cuenta ya estaba sellando el papel con saliva.

Antes de prenderlo con el mechero, cogió un bolígrafo y dibujó un monigote a lo largo del papel.

-Bang! Bang!-decía riéndose tumbado en el sofá mientras fumaba y se acariciaba la perilla. Pronto se quedó dormido.

-Tíos, tíos.

Los aludidos se dieron media vuelta y vieron a Samuel con una sonrisa de oreja a oreja.

-¿Qué pasa ahora?-dijo Lazarus con voz cansada. Lo único que quería después de salir de la morgue era tomarse una caña en una buena terraza.

-¿Os acordáis de esas pistolas que os enseñé cuando éramos pequeños en mi casa?-Axel se encogió de hombros-Sí joder, esas que mi padre heredó del suyo-Esta vez Lazarus asintió, pero tampoco sabía de qué hablaba-¡Pues preparaos para una noche de alcohol y putas porque las he vendido por un porrón de dinero!

Llamaron al timbre de nuevo. Estaba siendo un día bastante concurrido.

El pintor despertó de un psicodélico sueño de tumbas arco iris y abrió los ojos un par de veces.

-¿Quién es?-dijo con voz ronca pero potente, para que el visitante lo oyera.

-Busco a un hombre.

-Pues depende de a quién busques…-dijo aún sin levantarse del sofá-Yo vivo sólo.

-A mí me habían dicho que sois dos.

Eso si que le desconcertó. Metió la bolsa de tabaco bajo un cojín y se acercó a la puerta.

-¿De qué me conoce?-todavía no estaba dispuesto a abrir la puerta, pero acercó sigilosamente un ojo a la mirilla; era una mujer- ¿Sabe en qué trabajo?

-He oído cosas buenas de su arte. Que usted pinta cuadros-Alexandre suspiró, pero fue demasiado pronto para dejar de desconfiar-Y que en sus tiempos libres hace ciertos trabajos.

-Pues yo soy el artista, no el que hace “ciertos trabajos”.

-No se enfade y ábrame la puerta-dije ella con tono sugerente-Se que ahora mismo es usted Alexandre Da Silva.

Para ser una jodida desconocida ya sabía más que su madre. La única manera de aclarar el tema era hablar con aquella mujer.

-Gracias-dijo atravesando el umbral sin dirigirle la mirada y sentándose en el sofá de cuero.

La mirilla de la puerta le había dado una visión distorsionada y totalmente distinta de ella. Tal vez fuesen de la misma edad, tirando más hacia los veinte que hacia los treinta.

Una melena de color castaño recogida con un pañuelo de seda roja le dejaba al aire una nuca esbelta y pálida. Sus ojos abundaban en pestañas, pero aún así llevaba rimel para acentuarlo más y resaltar unos iris del color del océano. Una nariz pequeña y ligeramente empolvada y unos labios con un pequeño aro de titanio a la izquierda.

De vestir llevaba una vaporosa blusa blanca acompañada de un largo collar de ligeras piezas de madera y azabache y unas medias negras en las piernas. Sus pasos sonaban mudos por la fina suela de las manoletinas que calzaba.

-¿Y tú eres?-preguntó apoyando las manos en el respaldo del sofá.

-Tu novia-dijo ella explotando una pompa de su chicle-Siéntate anda, y te lo explicaré.

Él obedeció totalmente intrigado “No me importaría que fuese mi novia” pensó.

-Yo salgo con Lambb y el otro día me contó vuestro pequeño secreto. Tenía ganas de conocer al que me roba a mi chico varias horas al día.

-Espera un momento-dijo él con tono seco y cortante.

Alexandre se acercó a una pila donde limpiaba los pinceles y las paletas y se lavó la cara un par de veces; luego sacó un bote de pastillas de un cajón bajo el grifo y se tomó una.

Volvió a sentarse junto a ella.

-Para los dolores de cabeza ¿Verdad?-preguntó ella señalando el cajón de las pastillas- Lambb me dijo que os tomáis como seis al día.

-Joder, ¿Pero hace cuánto que estáis saliendo?

-Dos meses. Lo que pasa es que nunca has coincidido conmigo. ¿Cómo decís que se llama lo que os pasa?

-Trastorno de identidad disociativo-las palabras le salían solas. Le habían acompañado desde los catorce años.

-Debe ser jodido-Alexandre no sabía si lo decía para quedar bien o si de verdad estaba preocupada por él. Por él o por Lambb.

-Mucho, pero es lo que me da de comer.

-¿A qué te refieres?- esta vez su pregunta cambió de tono y parecía más entusiasmada por saber la respuesta.

-Lambb siempre acaba mis cuadros-Alexandre suspiró- Me revienta que lo haga, pero si no fuese por él no vendería ni uno. ¿Sabes a qué se dedica él? Hostias, si no me has dicho cómo te llamas.

A ella se le escapó una carcajada.

-Iris Bank.

-Iris…Me gusta. Por eso has dicho antes lo de “ciertos trabajos” ¿Sabes quien de los dos es el que cuida y perfecciona sus armas?

A la joven le costó pillarlo, pero de nuevo se rió, esta vez de perplejidad.

-¿El pistolero pinta y el pintor dispara?

-Algo así.

Esta vez los dos rieron hasta que el sonido quedo ahogado por el silencio de la casa. Sólo se escuchaba un ligero rasgueo en el reproductor de música que indicaba que el disco había acabado.

-Eres majo-continuó ella mirándole a los ojos-Sois algo distintos, tal vez seas más tímido, pero me has caído muy bien. Se me hace demasiado extraño hablar ahora contigo y luego follar contigo también, aunque seas otro.

-¿Pero tú y Lambb…?

-así de veces-a la mente de Alexandre vino un día en el que otro post-it colgaba de una brocha con el mensaje de “Yo que tú no cogería eso”- Y tómatelo como un cumplido porque Lambb es un hacha.

-Será hijo de puta-murmuró sin que Iris le oyese-Yo llevo casi tres meses sin follar.

-¿Decías?

-No, nada-En la perversa mente del artista ya pasaba la idea de hacerse pasar por Lambb algún día. No, yo no soy así.

-Entonces no es esquizofrenia ni nada de eso?

-No tiene nada que ver. La esquizofrenia distorsiona la realidad y la confunde. Nosotros tenemos plena conciencia de lo que hacemos, sólo que unas veces es Lambb y otras yo.

-Como si fueseis dos personas en un cuerpo.

-Exacto. Pero uno no se acuerda de lo que ha hecho el otro, es una especie de amnesia.

-Lambb tiene un truco. Dice que cuando le entra sueño es que vas a aparecer tú.

-Gracias, lo tendré en cuenta.

Los dos se quedaron en silencio. Iris contemplaba los lienzos destapados alzando el cuello por encima del sofá y Alexandre pellizcaba el cuero sin saber qué decir. En un momento dado, ella advirtió la caja de cartón.

-¿Qué es eso?

-Pues si te digo la verdad, lo habrá traído Lambb, porque yo me he despertado ahora.

Iris se levantó y hundió la mano en la caja, sacando una de las Archer&Grossman.

-Vaaaya, parecen piezas de museo.

Alexandre quería ver lo que había dentro, pero ella se había puesto delante, de tal manera que le tapaba la vista. Sin embargo no se quejó, sino que se quedó sin aliento.

La blusa, con cierta transparencia, era sugerente, dejaba ver un sujetador de líneas horizontales de varios colores. Hasta ahí bien, ya era bastante sugerente, pero las medias que llevaba podían verse acabar por encima de la mitad del muslo y a no ser que llevase un tanga tan apretado que se le hubiese metido por el culo, no llevaba nada ahí abajo.

Fue entonces cuando ella se sentó en el hueco que hacían las piernas de Alexandre en el sofá y giró el cuello.

-¿Son buenas?-dijo ella enseñándole la pistola.

-E-eso… Parece-tartamudeó notando que la sangre bajaba a otro sitio.

Ella se levantó de nuevo y buscó entre el papel de embalaje.

-Oh, si hay otra- y se sentó de nuevo frente a él, más cerca que antes.

La blusa rozó el bulto que se estaba formando en la bragueta del artista e Iris, de espaldas a él, alzó el cuello sabiendo lo que había tocado. No dio ningún gritito ni giró el cuerpo para darle una bofetada o algo similar, sino que dejó las pistolas en su embalaje y se quitó el pañuelo de la cabeza.

-¡Qué cojones, a esto no se lo puede llamar cuernos!

Alexandre llevaba razón, no llevaba bragas. A una velocidad vertiginosa le bajó la cremallera y le quitó los pantalones de un tirón, para subirse la blusa y cabalgar en él durante una hora hora.

-¡La hostia! Eres mejor aún que Lambb.

Ahora estaban sobre un bajo taburete, dentro del laberinto de lienzos y caballetes, donde se había llevado a cabo la escena final. Seguían los dos desnudos, Iris sentada de lado sobre los muslos de él. La ventana estaba abierta y Alexandre ahora disfrutaba con el frío aire de la calle que rozaba su cuerpo sudado.

-¿Se lo vas a decir?

-Ya veré…-dijo con un risa aguda.

-Pues si lo que me has dicho es verdad, prepárate, porque estoy molido.

Tampoco hizo falta mucho tiempo para comprobarlo. Cuando en un momento se frotó los ojos para secarse el sudor, volvió a abrirlos y dio un grito.

Los primeros instantes se asustó e Iris, aún sentada sobre él, no sabía qué decir. Entonces Lambb comenzó a reírse de manera descontrolada hasta que ella se levantó y el cayó al suelo entarimado desternillándose.

-Jaja, puto Alex, poco a poco va aprendiendo de mí-Miró a Iris, desnuda y con cierto miedo en el cuerpo-Ven aquí preciosa, esperó que el cabrón haya estado a la altura de las circunstancias.

La chica corrió hacia él y ambos se besaron como sólo lo saben hacer dos enamorados.

-¿Esto cuenta como triángulo amoroso?-bromeó yendo a por su bolsa de tabaco escondida. Lió uno y escribió en él “Por el cabrón de mi alter ego”. Iris había recogido su ropa y se estaba vistiendo.

Sonó el teléfono.

A esa casa sólo se llamaba cuando alguien necesitaba los servicios del pistolero y eso le cabreó a Lambb.

-¿Sí? Si, soy yo. De ocho mil no bajo. De acuerdo. Sector 3. Sí, envíame una foto al PHS.

Colgó y segundos después su PHS, junto a los mandos a distancia, recibió un mensaje.

-¿Trabajo?

-Así es canija-le dijo el en tono cariñoso. Por otra parte estaba excitado, iba a usar por primera vez las nuevas pistolas. Dos fundas a cada lado de la cadera, un par de esferas brillantes y su gorro de lana, no necesitaba más- Y espérame despierta porque el próximo polvo te lo echaré yo.

Y allí se quedó Iris, en el silencio de una casa que no era la suya, esperando a que su novio volviese de arriesgar su vida y le echase un polvo.

Calles del sector 3 por la noche. No debía ser un trabajo difícil, simplemente que el dueño de un restaurante se negaba a pagar los tres meses atrasados a una mafia. Eran pocos e inexpertos, por eso no se atrevían a hacerlo ellos y contrataron los servicios del pistolero. Esta vez no era necesario matar, con una bala en cada rodilla le dijeron que valdría.

Su moto esperaba en una calle paralela a la del restaurante y atajaría por el callejón correspondiente si algo salía mal, pero cada vez que intentaba acercarse a la puerta trasera del restaurante había algún camarero tirando basura o echándose un cigarro.

Entre que le estaba entrando sueño y quería acabar cuanto antes para volver a casa, decidió coger la manera rápida. Noquear a un camarero, cogerle la ropa y colarse en la pequeña habitación en la que llevaba las cuentas el dueño. Se adentró en una zona oscura y sacó las pequeñas esferas brillantes como esmeraldas. Una en cada pistola, materia mutis.

No le dio tiempo, o mejor dicho no hizo falta.

Una ráfaga anónima barrió la calle y atravesó la carne de más de un individuo. El pistolero se parapetó en la esquina del callejón. A él no le engañaban, eso era munición de rifle y seguramente de algún duelo. Había oído hablar de ellos, pero nunca le había interesado ese mundillo.

Una de esas balas acabó en la cabeza del dueño, que salió para ver que pasaba.

El tirador anónimo dejó de disparar y el restaurante

Lambb se encogió de hombros.

-Diré que le maté yo-pero le jodía que muriese gente que estuviese fuera del contrato- Ahora vámonos a follar.

2 comentarios:

dijo...

Si se me permite, he enlazado con Ukio porque con Noiry lo veo imposible. Si no os parece bien, me jodo y me invento algo.

Ukio sensei dijo...

Es un poco ilegal, la verdad... Siemper puedes enlazar con el enlace que hizo noiry en mi escena.

Por lo demás, aunque el html te putee, vuelve a hacer los márgenes que si no es un coñazo.


Hacía tiempo que no veía un One shot, por cierto. Ni un enlace tan precocinado. XDDDD