Luces resplandecientes pasaban fugazmente frente a mi, deleitándome con un estrambótico e incesante baile que me hacía marear.
Allí estaba yo, de nuevo drogado, sentado en un banco destartalado con las manos en la cabeza y los codos apoyados en las piernas. Me odiaba a mi mismo por volver a caer en las drogas, todas mis promesas habían sido apartadas a un segundo plano por culpa de un par de pastillas.
Las manos me temblaban y mi cuerpo se estremecía irregularmente; era como nadar en unas espesas y putrefactas aguas que intentaban inútilmente otorgarme placer…Cuando abrazas a la droga, es difícil dejar de amarla, ella te llama con sensuales palabras y te susurra en lo más profundo de tu subconsciente; “Quieres más…Quieres más…”
Todo empezó hace unos días, poco después de encontrarme a los matones de Blackhole (madre mía, ya solo con el nombre parece el malo de la película…)
Entonces me encontré aquella materia mellada, el comienzo de mi sufrimiento. Todo apuntaba a que era una materia sentir, salvo por el pequeño detalle de que con ella podía escuchar lo que pensaban las personas. Al principio parecía un disparate, estuve a punto de perder la cabeza (si es que no estaba ya loco) pero si dejaba a un lado aquella esfera las voces de mi cabeza desaparecían.
La noche anterior había decidido ser el cabrón más cabrón de todo Midgar y me prometí a mi mismo volver a la vida que Blackhole me quitó, así que le atribuí un gran valor a esa materia, podría servirme de mucha utilidad.
Pero al día siguiente seguía con las roídas y asquerosas ropas de mendigo y así no podía ir a ninguna parte, así que decidí pasearme por las calles bajo la placa de Midgar, a escuchar lo que pensaba la gente con la esperanza de poder timar a alguien.
-Ya que voy, cogeré algo para Szieska-dije mientras atravesaba un callejón camino del sector 4.
Los brazos me picaban y tenía la garganta seca, pero no quise prestarle atención; pronto pude escuchar el ajetreo de las calles transitadas. Lo tenía todo planeado, pero lo que ocurrió en ese momento me hizo pensar que la cabeza me explotaba en un espectáculo de sangre y cerebro, adornado con eslabones plateados de miles de pensamientos. Tanta gente allí…La materia parecía arder en el bolsillo de mi pantalón, suplicando un descanso ante tanto trabajo. Corrí hacia la puerta trasera del bar más cercano y solté un alarido de dolor.
-¡Iros, fuera de mi cabeza!-grité al cielo.
Era insoportable, quién iba a imaginar que bajo la placa había tanta gente pensando.
La vena del cuello se marcaba bajo la piel y palpitaba estremecida, como si mi cerebro necesitase un extra de sangre. Rápidamente metí la mano en el bolsillo y dejé caer la materia al suelo. Las voces cesaron de inmediato, yo estaba jadeando, de cuclillas con la espalda apoyada en la pared. La esfera vibraba con fuerza en el terroso suelo y emitiendo un pequeño destello amarillo. ¿cómo se supone que me iba a ayudar esa materia? Lo único que conseguiría con eso es matarme…Pero era algo muy valioso como para dejarlo allí tirado. Si los de SOLDADO son capaces de controlar la máxima potencia de un piro, yo tendría que ser capaz de manejar aquello.
-Eh-susurró una voz femenina-¿Estás bien?
Tardé en reaccionar, no levanté la mirada hasta que mi pulso volvió a ser normal, pero cuando miré a la mujer me llevé una sorpresa. En la penumbra de aquél pasillo, las farolas de la calle no me permitían ver bien su rostro, pero tenía unas curvas más que envidiables. “Corta” es poco para describir la falda que llevaba puesta, de un color carmesí y lentejuelas que lanzaban cegadores destellos, mostrando unas piernas delgadas y esbeltas que parecían gritar de dolor ante semejantes zapatos de tacón.
Por encima de la falda llevaba una blusa blanca, prácticamente transparente porque desde el suelo podía apreciar un sujetador negro. Su larga melena negra dejaba caer algún que otro rizo sobre los hombros, ofreciéndola un toque más sensual, y girando levemente en sus orejas había un par de pendientes de aro pequeños. Como ya he dicho antes, la luz del exterior no me dejaba ver bien su cara, pero en la oscuridad se apreciaban unos refulgentes ojos azules que daban a la mujer un halo misterioso que no más excitante. También brillaban ligeramente sus labios; de un tono rosado y un poco de brillo de labios, valga la redundancia.
No se que pensaría ella cuando abrí la boca, con el labio inferior adelantado cual estúpido, y balbuceé algo sin sentido. Sin duda aquella mujer era de algún “club nocturno” o algo similar, pero había algo en ella que me resultaba irresistible. Entonces, moviendo a tientas la mano izquierda, cogí la materia y las voces invadieron mi mente de nuevo. Pero esta vez era diferente, estaba excitado (por no decir “ardiente”) Deseaba saber lo que pensaba aquella mujer, que impresión tenía de mi y, con suerte, saber si podría hacerme un “favorcillo”.
Como acabo de decir, esa vez era diferente, sabía lo que tenía que hacer; aparté de mi mente todo lo que no me servía: “brindemos de nuevo…” “Esta noche esperó dormir acompañado…” “¿Has traído lo que te pedí?” “¡Por favor no me pegue!” Todo eso no me concernía así que lo hice desaparecer, y mi cabeza lo agradeció, toda la marabunta de pensamientos se redujo a la mitad. También noté otra utilidad, y es que dependiendo de lo que la gente pensaba, podía intuir dónde estaban. Varios de los pensamientos se reducían a gemidos y gritos de placer y, aunque parecía sugerente seguir escuchando, aparté a las personas que disfrutaban en la cama de su amado/a. Tras quedarme con asuntos de amores, prostitutas y vagabundos, pude escuchar lo que parecía el pensamiento de aquella muchacha (porque parecía bastante joven)
“¿Pero qué le pasa a este tío? Oh, vaya, no sabía que podía haber vagabundos tan guapos…¿Qué le habrá pasado?
Me estremecí al escuchar eso y rápidamente hurgué en mis amplios bolsillos de pana roída. Para mi sorpresa encontré diez guiles en el bolsillo trasero así que me levanté con rapidez.
-¿Quieres tomar algo?-dije yo tembloroso. La verdad es que aceptar una oferta así de un vagabundo desconocido era un bastante improbable, pero yo lo intenté.
“Vaya, eso no me lo esperaba, pero si me va a invitar a una copa no le diré que no”
-Como quieras-contestó ella, pero yo ya sabía la respuesta de antemano.
Ambos salimos de aquél estrecho pasadizo y nos dirigimos a la puerta de ese mismo bar. Ella iba delante y de nuevo ese extraño impulso bullía en mi al ver moverse esas caderas. Muchos lo interpretarían como lascivia, pero para mi era algo más, algo que no llegaba a comprender, como alguien que anhela algo que desconoce o el niño que termina por coger algo que le han prohibido.
Una música estridente retumbaba entre las calles, perdiendo fuerza por el camino y terminando en un grave e incesante murmullo. Eché un vistazo, buscando el origen de aquél torrente de melodías, pues del bar no provenía. Un poco más alejada, había una nave industrial; viviendo en la calle no era muy difícil no haber oído hablar de aquél lugar, todo se resumía en cadenas, fustas, cremalleras y gente enfundada en cuero bailando continuamente. Cuando eché un vistazo a lo lejos había dos personas: una mujer y lo que parecía un hombre vomitando todo el alcohol ingerido durante la noche, transformándolo en una asquerosa mezcla de tono anaranjado.
Al abrir la puerta una corriente de aire caliente me golpeó y se podía apreciar el amargo olor de sudor y suelo pegajoso. Era un bar poco frecuentado, ganaba los suficiente como para pagar el alquiler y poco más, pero eso me reconfortaba; sólo había dos hombres en la barra tomándose unas cervezas, con la cabeza hundida, absortas en sus solitarios pensamientos. Nadie nos miró al entrar pero nosotros tomamos asiento en unos mugrientos taburetes. Golpeé la madera barnizada de la barra con las monedas, con el fin de llamar la atención del camarero, pero él me ignoró por completo. No le guardo rencor, ver entrar en tu bar a un vagabundo acompañado de una mujer como ella…
Entonces ella levantó el brazo y chascó los dedos.
-¿Nos atiendes por favor?
El camarero, que en ese momento estaba secando unos vasos, no puedo resistirse al guiño que le ofreció y, echándose el paño al hombro, se dirigió hacia nosotros.
-Ponme una cerveza y…-dijo ella señalándome con un dedo.
-Otra para mí.
El camarero, mientras echaba el líquido en un par de vasos de cuello alto, me obsequiaba con el ceño fruncido y los ojos entrecerrados. No pude evitar coger la materia e intentar escucharle. Esta vez no me costó mucho, apenas había gente en el local, así que pronto descubrí sus pensamientos.
“En mi vida ha entrado una mujer a mi bar y ahora lo tiene que hacer acompañada de un puto mendigo…La suerte nunca ha sido lo mio”
No pude evitar una ligera risa y el hombre entrecerró más aún los ojos, sin darse cuenta de que la espuma de la cerveza se desbordaba en los vasos.
Cuando volvía, yo me dispuse a entregarle todo el dinero que tenía en mis manos, pero una mano suave y delicada me lo impidió.
-Tranquilo, no hace falta que lo pagues tu. Por cierto, ¿Cómo te llamas?-dijo ella mientras sacaba un monedero del bolso y pagaba al dueño del bar.
De mala gana nos sirvió los vasos completamente mojados y volvió a su oscuro rincón, cerca del aparato de música. Empezaron a sonar una serie de canciones de Death Metal, estas versiones instrumentales y relajadas.
-Yief Vanistroff-dije yo asombrado ante tal pregunta; esto parecía estar yendo bastante bien.
-Yo Lucille Kingston- y dicho esto me dio dos besos de bienvenida. Yo me quedé petrificado, tenía la ligera esperanza de conseguir algo con ella, pero esa esperanza la encontraba tan remota…Llevaba días sin afeitarme y el contacto de sus labios me hizo estremecer-No pareces el típico mendigo, tu cara me suena de haberlo visto en algún sitio.
Era un shock después de otro, por la cabeza pasó fugazmente la idea de que aquella mujer conociese a mi familia, o que hubiese estado con ella en una noche loca; Todo parecía tan irreal...Propio de una película romántica. Mujer conoce a vagabundo, comienzan a charlar en un bar, se enamoran, ella descubre quién es en realidad y juntos consiguen superar todas las adversidades, formando una familia y siendo felices para siempre. Toda una película se había formado en mi mente y en un arrebato estúpido deje de pensar en eso por si acaso ella también podía escuchar mis pensamientos. La idea de que Lucille fuese una prostituta se esfumaba de mi cabeza por momentos; su ropa así lo sugería, pero su comportamiento decía lo contrario y tampoco llevaba un kilo de maquillaje como suelen hacer las del oficio, es más el escaso brillo de labios y una ligera sombra de ojos era lo único que llevaba. Es difícil de ver, pero siempre he pensado que hay buena gente en Midgar, personas que te ayudan sin pedir nada a cambio, que no está metida en ningún asunto ilegal, etc.
-No creo-respondí yo dando un sorbo- Me habrás confundido con otra persona.¿Y tú que haces por aquí a estas horas?-me atreví a preguntar.
-No te ofendas, pero no me apetece hablar ahora mismo de eso-murmuró ella; acto seguido se bebió la cerveza de un trago y pidió una copa de vodka.
De nuevo me quedé en un estado de semiinconsciencia, abobado por la abrumadora belleza que irradiaba Lucille. Entonces me imaginé a ella paseando por una calle cualquiera; sería un sacrilegio no pararse y quedar prendado de ella, no quedar hipnotizado bajo esos increíbles ojos azules. En ese momento la quise sólo para mi, envidié a los hombres que podrían haber estado con ella y odié a los que en un futuro podrían acariciar su piel.
Ni siquiera se cuánto tiempo estuve mirándola fijamente, pero ella se dio cuenta y los colores ascendieron hasta los pómulos, sumiéndola en un soporífero momento de vergüenza.
-¿Qué te ocurre?-dijo ella observándome de reojo.
-Lo siento, es que me recuerdas a alguien-una sensación de deja vù invadió mis sentidos-Sí, me ocurre lo mismo que a ti.
Y por primera vez ambos nos reímos. El camarero lanzó un vaso contra el fregadero y uno de los zombis que bebían cerveza levantó ligeramente la cabeza.
-¿Perdona, puedes poner algo de jazz?-pregunté al camarero. En un primer momento pensé que me iba a echar del bar o se iba a abalanzar sobre mi para luchar como hombres por la fémina , pero finalmente murmuró algo inaudible e insertó un disco en el destartalado reproductor. El local mejoró increíblemente con el sonido de la nueva música y creo que el dueño del bar se dio cuenta de ello al elevar el oído derecho, como si no supiese cómo había llegado ese disco hasta allí.
-Vaya, ¿te gusta el jazz?- me preguntó asombrada.
-Entre otras cosas…¿A ti también?
-Me ayuda a relajarme…Definitivamente tu no puedes ser un mendigo, son cosas dispares. Hablas bien, eres educado, te gusta la buena música…¿Algún día me contaras quién eres en realidad?
-Oh, eso significa que nos veremos más de un día ¿no?-actué yo de manera rápida y perspicaz. De nuevo ella profirió una ligera carcajada-Entre tu y yo, soy un hombre rico, pero me apetecía probar este mundillo-Proseguí guiñándola un ojo y pasándome una mano por mi corta y grasienta melena- Y tú…¿me contarás algún día qué hacías a estas horas por la calle?
Volvimos a reírnos, y yo creo que la cerveza me había hecho algo de efecto. Era como una especie de juego en el que nos devolvíamos la pelota con tal de sacar algún tema de conversación.
-Hagamos una cosa, ¿Por qué no nos reunimos aquí todas las semanas?
Sólo la idea me dio un escalofrío de placer así que asentí rápidamente con la cabeza como un bobo.
Estuvimos allí largo tiempo, hablando sobre temas banales; música, literatura...Por un momento me imaginé a mi mismo siendo un gran escritor, hablando con Lucille, una gran amiga y profesora de un colegio exquisito, de todos los temas que nos gustaban. Pero aunque hube vuelto del mundo utópico de los sueños, la situación en la que me encontraba no me desagradó del todo.
Entonces me di cuenta de que aunque apenas nos conocíamos, estaba siguiendo con Lucille el camino de los buenos amigos y por un momento me sentí confundido. En mi interior comenzó una batalla encarnizada llena de confusión y algarabía; no sabía si quería seguir ese camino o por el contrario me había enamorado de ella…
Por un momento me sentí mareado y un nombre quiso gemir entre la mezcla de pensamientos que embotaban mi cabeza: Szieska. ¿Qué había pasado con ella? Llevaba días sin verla y creía estar profundamente enamorado de ella, pero nada más ver a Lucille todo sentimiento de amor se había esfumado. “Lucille por lo menos tiene dinero…” decía una parte de mi, “Pero Szieska y yo somos iguales” decía la otra.
Entonces comprendí la fatal confusión que se había montado en mi cabeza. Volví a mirar fijamente a Lucille y lo comprendí…Eran diferentes en cuanto a comportamiento, movimientos, gestos, etc. Pero no había duda de que entre Lucille y Szieska había un parecido razonable; el color del pelo, el ángulo de la mandíbula, la forma de la nariz…Aunque Szieska tenía los ojos de un azul intenso y los de Lucille eran de un pálido cegador.
-De acuerdo-murmuré yo totalmente ausente.
-En casa creo tener ropa que mi hermano ya no usa, el próximo día la traigo-me ofreció ella. El gesto por su parte era inmenso, pero esas cosas siempre me han parecido que discriminan a la gente como yo.
Ahora maldigo aquél momento en el que estaba inmerso en mis pensamientos pues apenas pude darme cuenta del tímido beso que me dio Lucille , y mucho menos disfrutarlo. Fue un hecho sin importancia, pero para mi significaba mucho más.
Tal vez fue que no la escuché cuando se despidió pero cuando quise darme cuenta ya estaba atravesando la puerta y me quedé solo en el local.
Aturdido, pasé mis dedos por los labios, intentando disfrutar del aroma de su perfume lo máximo posible, y una vez se esfumó, también decidí hacerlo yo del bar.
Fuera hacía frío, así que la mayor parte del recorrido dirección sector 7 lo hice corriendo, sin pensar en que cuando llegase Szieska estaría esperándome.
Tal vez la moraleja de este relato es que no vayáis pensando en otras cosas mientras corréis, porque el golpe que e di al tropezar con una piedra fue bastante espectacular.
Ya estaba a escasos metros del edificio abandonado cuando me caí y por ironías del destino, la materia de mi bolsillo comenzó a funcionar y a mis oídos llegaron los pensamientos de Szieska, potentes, afilados e hirientes como unas tijeras.
“En cuanto vuelva Yief le diré que estoy embarazada, que un chulo me violó o algo así, está tan embobado conmigo que hará lo que sea por mí…quien sabe, quizá en un futuro herede toda la supuesta fortuna que dice tener jajaja”
“La arpía ha mostrado sus garras”-pensé en mi último momento de lucidez del día. Segundos después me dirigía encolerizado hacia el edificio, una fuerza extraña y demoníaca me poseía con los odios más profundos del averno; un indescriptible odio que me resulta imposible relatar aquí.
Me desperté al día siguiente en un banco con un tremendo dolor de cabeza y una amnesia temporal que no llegaba a comprender, pero que fue disuelta gracias a la radio que llevaba un hombre corpulento en la mano. Lo que sonaba parecía un programa de opinión más que informativo, aunque comentaban semejantes atrocidades con total naturalidad:
“-Por lo visto ha aparecido una mujer calcinada en un edificio del sector 7, aunque su identificación ha sido imposible dado que vivía en la calle y no había datos sobre ella. Tales sucesos desgraciadamente ocurren a menudo en Midgar, pero por lo visto éste ha visto la luz en los medios de comunicación, ya que hay varias pruebas que pueden atribuirse al famoso psicópata apodado como Blooder…
-“Si, por lo visto el hecho de que haya sido quemada ya se relaciona con una de sus víctimas antiguas, pero es más impactante las pruebas que se han hallado en el cuerpo del cadáver; por lo visto le arrancaron los ojos y han sido encontrados en el recto, además de la cabeza de un bebé de juguete dentro de la vagina...”
No pude evitar vomitar, tal aberración me mareó totalmente y al hombre que sujetaba la radio le cambió el semblante completamente, por la noticia y por verme vomitar.
No entendía nada, tenía una laguna temporal en mi cerebro que me hacía pensar lo peor.
Así que estuve el resto del día lo pasé en ese banco, borracho con una botella de bozka( no lo he escrito mal, en la etiqueta ponía Bozka y me costó sólo tres guiles), y totalmente noqueado con un par de pastillas que encontré en el suelo y no dude en tomar.
Todo el día en ese banco intentando pensar en cómo podía haber ocurrido semejante barbarie.
Aunque había algo que intentaba superponerse sobre todas esas cosas, un nombre que resonaba más que otra palabra en mi cabeza y que sabía que podría volver a pronunciar dentro de seis días: Lucille
viernes, 12 de septiembre de 2008
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6 comentarios:
Ya sabes en parte lo que opino de este personaje y cosas que le rodean. De todas maneras, diré que me ha gustado esa "traición" de Szieska y su castigo.
Ortografía, determinadas expresiones y algunos otros puntos que te comentaré personalmente son los fallos que veo; pero siendo el segundo relato no es algo que deba trascender demasiado.
Creo recordar que eres el único (o uno de los pocos) que escriben en primera persona. Siempre resulta diferente, curioso.
La forma en que describías la telepatía (el estruendo de todas las mentes pensado a la vez y la forma en que el protagonista intentaba concentrarse en una dirección concreta) me ha recordado a una escena de Eldest en la cual intentan percibir, más que los pensamientos, las vidas de lo que rodea.
El resto del relato lo veo muy correcto, aunque muy diferente con toda la acción que sucedió la anterior vez que apareció este vagabundo. Todo esta era más relajado, anticlimax.
Lo del Eldest...no voy a negar que me he leído los libros, pero no había caído en ello(Astaroth puede confirmar que me suelen pasar cosas así a menudo XD)
Que este capítulo ha sido relajado...cierto, es muy tranquilo, pero básicamente me servirá de puente para eventos venideros.
Y lo de la primera persona, la culpa la tiene Stephen King, seguido de Lovecraft, que me sumergieron en ella. La verdad es que para mí es un estilo más absorbente y empático con el lector. Además es un estilo que quiero desarrollar y perfeccionar.
La 1ª persona está bien para meter al lector en la mente de un protagonista, pero siquieres repartir la atención entre varios es una putada xDDD (me ha pasado)
El relato está bien, correcto en la forma y bien llevado. Es más relajado pero como tu has dicho es una transición, la acción no se basa sólo en el climax si no también en prepararlo convenientemente.
Lucille, me hace pensar en Beck xDD y me la imagino como Pilar Rubio XDDDD
Joder cuando asesino psicótico tenemos suelto XDDDD
Creo que la parte en la que liga, para ser un indigente yonki, le es demasiado fácil. Deberías hacerle sufrir a base de bien. Aparte, yo también habría dedicado algo más de tiempo a la tradición de Szieska, en lugar de hacerlo tán repentino.
Sin embargo, me gusta como está avanzando la historia. Es curiosa. Y me gustó el guiño sobre el nombre de Blackhole. XDD
PD: Lucille es el nombre de la guitarra de B.B.King, de ahí que la usasen en Beck. Y Pilar Rubio está buenísima.
Nota: el anónimo era mio XD es que el blog estaba tonto y no dejaba que me registrar.
Por lo de Eldest no te preocupes. Siempre se nos contagian cosas de los autores que leemos.
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