sábado, 19 de julio de 2008

126.

Amanecía. Los rayos de sol se desparramaban sobre la placa superior dándole un aspecto extrañamente hogareño a la hostil ciudad. La fresca brisa de la mañana ayudaba a despertarse a aquellos que debían ir a trabajar temprano; algunos, como la soñolienta conductora del Shin-Ra Sahagin, eran afortunados y se encontrarían ahora con el abrazo de Morfeo.
Un helicóptero con el emblema de Shin-Ra sobrevolaba el cielo dorado en dirección al edificio de la compañía. El asistente del helipuerto hizo indicaciones al piloto para asegurar un aterrizaje sin inconvenientes, había heridos dentro del aparato así que no se debía escatimar en cuidado y atención. Varios miembros de SOLDADO de diferentes clases y algún que otro PM bajaron enseguida para hacer sitio a la camilla y a los asistentes médicos, quienes no tardaron en llevarse a la víctima al centro médico del complejo.

Las dependencias de SOLDADO, en el piso 49, pronto recibieron a nuevos huéspedes. Los exhaustos guerreros tomaron asiento en el espacioso salón de grandes ventanales por los cuales se podía ver el interior del edificio Shin-Ra. El jefe de equipo había ido a presentar el informe de la misión y hasta que no tuvieran su permiso no podrían disfrutar de su merecido descanso.
Para el joven SOLDADO de 3ª Alban Weisz ésta había sido la misión más dura de su vida militar, a decir verdad su carrera en SOLDADO hasta ese momento no había sido demasiado remarcable debido al período de paz que se vivía, pero todo ese lío del posible regreso de Sephiroth, Arma y el meteorito había caldeado las cosas.
A su lado, el 1ª Clase Deemer Arsen lucía un semblante ensombrecido por la preocupación, sus ojos oscuros vagabundeaban por la estancia, recorriendo una y otra vez el pasillo que llevaba hasta los ascensores; tenía los codos apoyados sobre las rodillas y las manos entrelazadas a la altura del mentón, zapateaba sobre el suelo de forma inconsciente, algo que ponía más nerviosos a sus compañeros.
Cerraba el grupo un 2ª Clase no demasiado brillante. Estaba agradecido de volver a estar en casa y dispuesto a dejar atrás tan aciaga misión, deseando volver a coger en brazos a su hija de 8 meses, que ya había empezado a dar sus primeros pasos.

Las cifras digitales del reloj cambiaban lentamente a la siguiente, el tiempo parecía ir cada vez más lento. Los párpados de los más jóvenes estaban a puntos de ser vencidos por el sueño cuando la campanilla del ascensor se hizo oír al otro lado del pasillo. Los pesados pasos de unas botas militares anunciaron la llegada del jefe. El grupo se puso en pie de inmediato para recibir la deseada información.
- Habéis hecho un buen trabajo, el director os felicita por ello. – hizo una breve pausa antes de proseguir – Podéis ir a descansar chicos, os lo habéis ganado.
El “papá” del grupo alzó el puño en señal de victoria y su sonrisa se extendió hasta las orejas.
- Nos vemos, gente – se despidió.
- Recordad dejar vuestros móviles encendidos, os pueden llamar en cualquier momento. Ah, Alban, el director quiere hablar contigo. No le hagas esperar.

La noticia pilló al chico de la extraña cresta desprevenido, asintió con determinación y tomó el ascensor. Arsen se acercó a la mujer que acababa de liberarles temporalmente de su servicio.
- ¿Sabes algo de…? – la pregunta quedó en el aire, incapaz de continuarla.
- Aún no. Les he pedido que nos informen cuando sepan algo.
- Mmmh…gracias – el ánimo del hombre se ensombreció aún más. Se dejó caer nuevamente sobre el banco.
La SOLDADO se acercó a él y posó la mano en su hombro.
- No te preocupes por eso. Está en manos de los mejores expertos y no se me ocurre lugar mejor para ser atendido que este.
El militar miró a los ojos turquesa de su interlocutora, en los que se reflejaba la determinación y la esperanza. Esbozó una sonrisa insegura.
- No hace falta que te pongas en plan maternal, Alma, soy un tío duro – dijo, más para animarse a sí mismo que para demostrárselo a ella.
- Lo sé, Dee, pero los tíos duros también tienen que dormi. Anda, lárgate antes de que te quedes grogui.
- Vale, jefa. Nos vemos luego – Arsen mostraba su habitual desparpajo y buen humor, aunque tanto él como ella sabían que no era más que fachada. Ninguno quería tener que enfrentarse a una mala noticia.


Alma esperó a que su compañero abandonase la estancia para poder relajarse. Apoyó el enorme espadón contra la pared y se sentó en el banco. Reposó los codos sobre las rodillas y dejó los antebrazos caer entre las piernas mientras se miraba absorta la punta de las botas. Había sido una semana realmente jodida, a penas recordaba cuándo había sido la última vez que había llevado su uniforme de SOLDADO, pero se sentía mejor cuando lo llevaba. Había echado de menos la acción real, estar de en un campo de batalla con la plomiza espada entre sus dedos, el viento árido en el rostro, el sudor, el desgaste y de algún modo el desplegar toda su fuerza, esforzarse hasta la extenuación, sentir la adrenalina recorrer cada milímetro de su cuerpo y estallar de pronto en sus brazos para descargar toda la furia. Había echado de menos ser SOLDADO. Cada herida, cada corte, cada rasguño le había recordado por qué estaba ahí. Pero en este momento lo único que deseaba era escuchar la rasgada voz de Connor y acariciar a sus niños.
Extrajo el móvil del bolsillo de la pernera y pulsó la tecla de marcación rápida, a penas había empezado a dar señal cuando la voz del doctor respondió apurada.
- ¡Ya era hora! ¡Deberías haber llamado antes!
- Buenos días, que se dice…
- Déjate de tonterías, Alma, esta vez estoy enfadado de verdad.
- ¿Qué dices? Tú nunca te enfadas – la mujer sonrió con incredulidad, aún a sabiendas que él no podía verla – Además, sabías que no me había pasado nada o te habrían informado.
- No hables como si no fuera nada relevante. Ya he oído lo de tu compañero. Pudiste haber sido tú.
Alma guardó silencio unos instantes. Era cierto, en otra situación herir a un 1ª Clase era algo que se antojaba difícil, pero cuando te enfrentas a un colosal monstruo marino las cosas cambian mucho.
- Sabes que durante una misión no tenemos vida personal. Junon era un caos y no podía distraerme con minucias.
- Ya… - la voz de Connor parecía herida, abatida – “Antes SOLDADO que mujer” ¿no?
Ambos se quedaron mudos, sin saber muy bien qué decir. La verdad es que empezar una discusión ahora era lo que menos le apetecía a alguno de los dos. Connor estaba acostumbrado al carácter de los militares, llevaba toda su vida tratando con ellos, pero esperaba, de algún modo y a fuerza de costumbre, que ese férreo sentido del deber se resquebrajara y dejase ver el humano bajo el uniforme. Y Alma, pese a su cálida sonrisa y afable temperamento era excepcionalmente hermética en lo que se refería a su vida interior. “Matar los sentimientos”, así lo había descrito ella una vez “Si algo te duele lo cortas y sigues adelante”.
- Me alegro de que estés bien – musitó al fin el hombre, impidiendo al silencio imponerse.
- Gracias – respondió ella quedamente. La ilusión inicial se había diluido y ahora no estaba muy segura cómo seguir… ni tan siquiera de si quería seguir con esa conversación.
A su lado sintió la presencia de alguien acercándose. Como un ángel salvador de situaciones comprometidas apareció la impresionante figura de Jaune la Gualda, quien se cruzó de brazos y apoyó el hombro sobre la pared, esperando a que su supervisora terminase de hablar.
- Tengo que dejarte, el deber me llama. – dijo ella mirando a la recién llegada, dándose cuenta de lo pobre que resultaba esa excusa aunque fuese cierta.
- Está bien. Nos vemos luego.
A Alma ni tan siquiera le dio tiempo a pensar en el breve silencio antes de que Connor respondiese y lo vacías que sonaban sus palabras ya que Jaune se acercó a ella en cuanto cerró la tapa del móvil.
- ¿Cómo estás, niña? – preguntó la veterana a modo de saludo.
- Vaya pregunta – bufó la rubia con sorna – Debo informarte de todas las misiones que se me encomienden, ¿no?
- Como siempre.
- El pasado viernes hubo un asalto al edificio este… Loble creo – comenzó a narrar Jaune, sin demasiado interés – Enviaron a dos turcos antes que a mí, pero está claro que los muy incompetentes no pueden hacer nada solos.
- ¿Resolviste el conflicto? –Alma parecía tan interesada como su subordinada.
La chica guardó silencio un momento, miró hacia la cristalera mordiéndose un labio, saberse derrotada era algo que le costaba aceptar sobremanera.
- No – dijo finalmente, para rápidamente añadir – ¡Los tíos sabían lo que se hacían y tenían a un francotirador!
- ¿Un francotirador?
- ¡Sí, joder! En realidad no habrían sido ningún problema de no haber sido por aquellos dos estorbos de corbata – se excusó, cruzando nuevamente los brazos, indignada.
- ¿Cómo escaparon? – inquirió Alma, poniéndose en pie - ¿El francotirador te impidió seguirles?
- Usaron una flashbang – Jaune parecía realmente enfadada, probablemente prometía una muy dolorosa venganza a aquellos que habían mancillado su impoluta carrera – Me pilló por sorpresa y no pude moverme hasta un rato después. Cuando empecé a seguirlos el francotirador ya no disparaba así que supongo que se irían todos a la vez. Traté de seguirles como pude pero me llevaban mucha ventaja y un coche les estaba esperando a la salida del edificio. Los muy hijos de puta lo tenían todo pensado.
- Ya veo… - la veterana se paseó por la sala- ¿Alguna herida? – preguntó por costumbre, aunque sabía que Jaune nunca salía herida de una misión.
- … No – al menos no física, el orgullo era otra cosa.
- ¿Alguna pista para identificar a los asaltantes? – en la mente de Alma comenzaban a formarse algunas hipótesis, pero no eran más que conjeturas.
- Uno de ellos llevaba algo en la cara, pintura o una máscara negra. Parecía un militar. El otro… menudo imbécil, iba a cara descubierta. Era un crío, no debía tener más de veinte años - Alma alzó una ceja, divertida, Jaune podía clasificarse, según ella misma, como una “cría”- Tenía el pelo algo largo y claro, posiblemente rubio.
La veterana miró fijamente a su joven subordinada, que trataba de recordar más detalles relevantes.
- Ese chico… ¿Era muy ágil?
- ¿Qué? No lo creo, cuando llegué el turco lo tenía bien agarrado y parecía que estaba alelado. Debía ser un novato. Ah, el coche…
- Está bien, no importa –interrumpió Alma con cierta urgencia – Los turcos se encargarán de la investigación. Es su trabajo. Buen trabajo, Jaune, puedes retirarte.
La mujer caminó apresuradamente hasta los ascensores, dejando tras de sí a la despampanante rubia, que se sintió dejada de lado. SOLDADO le gustaba poco pero Turk aún menos.

En la mente de Alma las cosas parecían ir encajando poco a poco, no quería precipitarse y pensó que preguntar a los agentes de Turk podría ayudar a poner algunas cosas en su sitio. Conocía a los turcos, entre ambos departamentos se palpaba una especie de tensión pese a que trabajaban juntos con relativa frecuencia, pero Turk era muy reacia a compartir información con el resto de departamentos; trabajar bajo órdenes directas del presidentes les infundía cierto aire pretencioso.


El sol comenzaba a escalar sobre el cielo, debían ser entre las 10 y las 11. El Edificio Shin-Ra rebosaba de vida, la gente iba de un lugar a otro, de reunión en reunión, los chicos del café corrían extenuados tratando de que su mercancía llegase caliente al jefe de turno.
Para los agentes Inagerr y Castellanera este iba a ser un día tranquilo, tenían que poner en orden su papeleo, así que la única guerra que librarían hoy sería el encontrar el impreso adecuado y ponerse de acuerdo con la versión que iban a dar a su superior. Se dirigían con sendos cafés a las dependencias de Turk.
- Si sigues tragándote esa mierda no vas a llegar a los treinta – comentaba Harlan, señalando con el mentón el vaso de cartón de su compañera, por el que rebosaba nata con virutas, debajo de tan esponjosa capa se encontraba una mezcla de varios cafés y chocolates.
- ¿Y quién quiere los treinta? Además, si no puedo meterme un golpe de tequila en horas de trabajo algo tendré que hacer para mantenerme despierta – respondió ella, atacando la copa con la pequeña cucharilla de café.
- Bueno… suspiró el imponente hombre – cuando antes te mueras antes me cambiarán de compañero – bromeó él, aunque su semblante seguía serio.
- Claro, van Zackal y tú os llevaríais genial. Y eso porque el imbécil de Grim ya tiene otro compañero que si no… - ella le dio un leve empujoncito con el hombro.
- … Visto lo visto, mejor malo conocido…
- Disculpad – interrumpió una voz a sus espaldas.
Los turcos se dieron la vuelta para encontrarse con una mujer alta y de aspecto musculoso sin llegar a ser masivo, el uniforme oscuro de ancho cinturón con el emblema la delataba como como SOLDADO 1ª Clase.
- ¿Sois los agentes Harlan Inagerr e Yvette de Castellanera e Bruscia?
- Sí, ¿por qué? – preguntó la chica, con cierto desdén.
Harlan se adelantó casi imperceptiblemente, dejando claro a su compañera que sería él quien hablaría. No era plan de buscarse enemistades con un SOLDADO.
- Así es – reafirmó.
- Soy la capitana Alma Farish. He sabido del incidente del edificio Loble por mi subordinada y me gustaría saber si hay alguna información que pudieseis darme de lo acontecido.
Harlan se mostró algo confuso y no tardó en dejárselo saber a la mujer.
- El departamento está llevando la investigación y como comprenderá toda la información relativa al caso es confidencial – el turco se mostraba tajante pero había cierto tinte de cautela en sus palabras.
- Por supuesto, pero, como comprenderá, la mejor de mis subordinadas ha sido enviada a una misión y no ha podido resolverla con éxito. No pretendo sonsacarle información sino comprender cómo ha sido eso posible y si ha sido por la mala diligencia de mi agente. También debemos saber si los asaltantes suponen un peligro para la compañía.
La capitana se mostraba diplomática pero había cierto timbre en su voz que hacía que sus palabras sonasen como un mandato. Se mostraba regia, con las piernas separadas afianzando su posición y reforzando esa idea de “no me voy a mover de aquí”. La típica actitud de un capitán de SOLDADO.
Harlan accedió a hablar, era mejor colaborar y que la mujer dejase de hacer preguntas. Después de todo no había una razón para negarse.
- Hacia la una de la mañana recibimos una señal de alerta de una cámara que había dejado de funcionar, tratamos de ponernos en contacto con los guardias de seguridad pero uno de ellos no respondía y los otros aseguraban que la zona estaba limpia. Por si acaso decidimos ir a echar un vistazo nosotros mismos. – relató con seguridad, exactamente las mismas palabras que pensaba escribir en el informe – Encontramos a los asaltantes en el Departamento de Investigación Administrativa II pero no pudimos verificar qué buscaban. Tomé por sorpresa a uno de ellos mientras que mi compañera cayó presa del otro asaltante. Las cosas se complicaron cuando su chica entró en acción.
- ¿Hizo algo impropio? – preguntó la capitana, haciendo como si de verdad la actitud de Jaune fuese relevante, revisando su móvil.
- En realidad no, pero provocó que los asaltantes se pusiesen nerviosos y el francotirador comenzase a disparar. En la confusión del momento me vi obligado a soltar al rehén para ayudar a mi compañera, ya que se encontraba en el área de alcance de los proyectiles – no era exactamente mentira pero tampoco era exactamente verdad.
- Ya veo. Los asaltantes, ¿Han podido identificarlos? ¿Creen que pueden ser peligrosos?
La SOLDADO dirigió su penetrante mirada de mako a la chica, que había permanecido en silencio, rezagada. Sabía que esto no había sido del todo casual, su compañero se había encargado que así fuera y nadie haría eso a menos que hubiera algo que no quisieran contar. Harlan se percató de ello y evitó mirar a su compañera. “No la cagues ahora, pequeña”, pensó.
La mujer apoyó el peso de su cuerpo sobre la pierna, acercándose levemente a la turca, posó la mano sobre la cintura, exponiendo la curtida piel y fibrosos músculos, los dedos encallecidos y rectos. Había visto mundo y había peleado contra él. ¿Y qué había hecho Yvette? Eran radicalmente opuestas y la acomodada niña no pudo sino sentirse cohibida, pasaba sus días junto al siempre sólido Harlan y había estado expuesta al aura violenta de Kurtz, incluso había plantado cara a Svetlana, pensaba que ya nada la amedrentaría, pero una vez más se equivocaba. Alma Farish la miraba desde la más total y absoluta confianza en sí misma, no había violencia ni agresividad en ella, había determinación… pero Yvette era determinantemente orgullosa y nadie, jamás, iba a pasar sobre ella.
- Eran profesionales –sentenció, infundiéndose seguridad pese al leve temblor que recorría su pierna – ambos iban enmascarados y se aseguraron de no dejar nada que les identificara, pero por su situación y teniendo en cuenta sucesos anteriores creemos que puede tratarse de una célula independiente del grupo Avalancha – sonaba tan convincente que estaba por creérselo ella misma.
- Ajá… - Alma parecía pensativa. Los turcos no se movieron de su posición un ápice, esperando que fuera ella quien concluyese la conversación – Muchas gracias por vuestro tiempo.
- Esperamos haber sido de ayuda – comentó Harlan, satisfecho por cómo habían salido las cosas.
- Y que su SOLDADO no deba someterse a ningún comité disciplinario – una sonrisa socarrona invadió los pálidos labios de la turca.
- Eso espero yo también – respondió la capitana, devolviendo la misma mueca.
La mujer se dio la vuelta y volvió por donde había venido, dejando a los turcos en el pasillo con su desayuno enfriándose.
- Sé que pensabas que iba a hablar – anunció Yvette, sorbiendo su dulce cóctel mañanero con una pajita.
- Eso no es verdad – mintió Harlan, llevándose su café sólo a la boca.
- Claro que no, quería ponerte a prueba.


“Ambos iban enmascarados” había dicho la turca, sin embargo Jaune había podido describir a uno de ellos y la SOLDADO no tenía razón alguna para mentir, sin embargo, si sus hipótesis eran acertadas, aquellos dos turcos sí. A menos que se tratara de una macabra coincidencia, las piezas del rompecabezas iban encajando: el piso franco de Brenzov, el asalto al edificio Loble… no comprendía muy bien la relación entre los móviles de ambos asaltos pero saltaba a la vista que habían sido perpetrados por los mismos individuos, salvo por la inclusión en el último de uno o más miembros de apoyo… el grupo aún se estaba afianzando. ¿De verdad podía ser una célula independiente de Avalancha? Lo veía poco probable, el grupo ecologista no se interesaba por Black Ops, su “misión” era destruir los reactores de mako que proveían de energía la ciudad. Además, el “jefe” debía conocer muy bien lo que se cocía en Shin-Ra, no había errores en sus planificaciones y tenía objetivos fijos.
Quizá lo que más le perturbaba era la presencia del joven rubio, en realidad era la piedra angular de su hipótesis ya que daba sentido al resto de piezas. No podía ser otro, era demasiada coincidencia. ¿Balance?
Tenía ganas de llamar a Connor para saber su opinión, pero, primero: sabía que le diría que era imposible y que se estaba imaginando cosas, y segundo: no se sentía capaz de empezar otra vez una discusión y un intercambio de silencios incómodos.



Deemer Arsen esperaba cabizbajo en un banco al lado de la puerta con el letrero luminoso en el que se leía “Quirófano”. La luz del atardecer se colaba por los ventanales del estrecho pasillo, rebotando sobre la pared. Era una tarde especialmente apacible, a penas se oía ruido en las calles y el graznar de algunos pájaros se entrelazaba en el viento que soplaba gentilmente.
Alma llegó a su lado, cansada pero impasible, después de cuatro días sin dormir esperar un par de horas más no era problema. Las ojeras en ambos eran evidentes, así como sus ojos inyectados en sangre a causa del sueño. La mujer se sentó al lado de su compañero, sin decir nada, su mera compañía decía más que cualquier palabra.
Alban Weisz fue el siguiente en llegar, estrenando su uniforme de 2ª Clase. Se apoyó en la pared, con los brazos cruzados; tampoco dijo nada. La brisa mecía algunos mechones rebeldes que le caían sobre los ojos color musgo.
- No hace falta que estés aquí, Alban. Ve a descansar – le aconsejó Alma, sin intención de desmerecer la noble intención del chico.
- No es ninguna molestia, también es mi compañero.
Los 1ª Clase sonrieron. Hacia tiempo que no se encontraban a un novato con la mentalidad de un verdadero soldado.
El plácido silencio se impuso de nuevo, mientras el sol descendía lentamente.
Pasos desbocados se oyeron por el pasillo, como si un bégimo se hubiese escapado por el edificio, enseguida la escuálida figura de Ainsley Lebven se hizo presente, sudando, con la respiración entrecortada por el cansancio.
- ¡¿Qué ha pasado?! – exigió saber, fuera de sí – ¡Acabo de recibir el mensaje!
Alma hizo el amago de decir algo, pero Deemer la detuvo y tomó la palabra.
- Yzak Lebven ha sido herido de gravedad durante su servicio en Junon – reportó, fríamente, como si leyera un informe – Uno de los proyectiles de Arma le perforó el pulmón – Ley se echó una mano al rostro, incrédulo – Los médicos han conseguido estabilizarlo y su vida no corre peligro, pero…
- ¿¡Pero qué!? – el joven cadete empezaba a perder los nervios, caminaba de un lado a otro, revolviéndose y gesticulando.
- A causa del impacto sufrió una mala caída y su médula espinal ha sido dañada entre las vértebras C4 y C7.
El cadete veía por dónde iban los tiros pero se negaba a aceptar nada si alguien no se lo decía antes.
- ¿Eso qué quiere decir?
- Es posible que se quede paralítico – Alban completó el cuadro, también estupefacto. Hablar de las posibilidades hacía que las cosas adquirieran más realismo.

Ainsely perdió el control sobre las piernas, que temblaban furiosamente, y se dejó caer sobre la pared. Se apartó el rubio cabello del rostro, sin saber realmente lo que hacía, sólo quería hacer algo; sus ojos no veían nada, las lágrimas le ardían sobre la piel, cargadas de impotencia, furia y un tremendo sentimiento de injusticia kármica. Se derrumbó sobre el suelo, abrazando las rodillas con un brazo mientras que con el otro se agarraba fuertemente el pelo. El herrumbroso quejido que producía su respiración llenaba la sala.
Nadie dijo nada. ¿Qué podían decir, después de todo? El sentimiento de invulnerabilidad que producía mirar aquellos de ojos de mako no era más que un falso reflejo de la verdad, eran humanos después de todo, y cosas como estas les servían de recordatorio de su mortalidad.
Para Ainsely era especialmente difícil, siempre había visto a su hermano Ike como a una especie de superhéroe, no había nada que él no pudiese hacer. Había conseguido todo aquello que se había propueso: era SOLDADO 1ª Clase, nada menos. Aún era joven, pero el destino se había encargado de cercenar su futuro de forma horripilante, la muerte habría sido más benigna, pero el impedirle ser lo que más amaba: un soldado, un protector, era la peor de las suertes que se le podía desear.

La luz del letrero luminoso se apagó y en unos instantes el cirujano salió a la sala. La expresión seria, aunque los ojos se mostraban satisfechos.
- Está consciente, pueden ir a hacerle una breve visita pero no lo atosiguen, ha sido un día difícil para él. En unos minutos le llevaremos a la unidad de cuidados intensivos.
Ley se levantó de súbito y arrolló al médico, quien, una vez recuperado el equilibrio, entró tras él. Ninguno de los SOLDADO hizo el amago de moverse. Era el derecho del hermano menor ser el primero. Ellos esperarían.

4 comentarios:

Lectora de cómics dijo...

Está sin revisar @_@ disculpad las pifias, luego me pongo a ello.

Bueeeeeeeno, un relato melodramático para variar, he tenido que llegar al borde de las lágrimas para escribir el final porque si no me emociono yo no me sale escribirlo xDDDD
No sé si resultará muy tedioso porque ha salido bastante largo.

Ah, Alban Weisz no tiene absolutamente nada que ver con Weiss XDDDD

Ukio sensei dijo...

Weiss el bukkakoso? Menos mal! XDD

En fin...

Tienes un par de pifias, entre ellas que el asalto habría sido más bien a las 3:30 o así (una hora de infiltración, y cuanto duraría la persecución? Media hora?Luego algo de apalanque en el garage de Han y por último quedar a las 6 con Harlan.
Y todo eso sin que ni Har ni Yvette hayan podido pegar ojo!

Está bien, aunque me suenan bastante poco los nombres de todos esos personajes. Está bien expresado, pero necesitas conocerlos más para llegar a empatizar.

Ah, y pégale un repaso a la ortografía.

Lectora de cómics dijo...

¿Mande?
Esto no pasa el mismo día del asalto, por si no te has fijao XD Amos, no sé si porque entendí mal los otros dos relatos pero se da cierta holgura, va.
Y si Har e Yvette no duermen que se jodan xD

Y normal que te suenen poco los nombres, Arsen y Lebven solo han salido una vez. De todos modos más que meterme en conocer personajes quería hacer un poco el estudio de la vida de SOLDADO, que no es tan chachi como parece.

Astaroth dijo...

¡Buen relato!

Destacable la vuelta al escenario de Alma, que ya hacía tiempo que no se veía a la 1ª Clase. Y también curioso que en cierto modo ella entre en el gran juego que está creándose. Como ya dije una vez: me da miedo que los personajes se relacionen xDDD.

Como pega, que el grupo de SOLDADO es desconocido, y por ello no llega a enganchar de tal manera como lo hacen otros.