La música impactó en sus oídos con tanta potencia y brusquedad como la oleada de calor que de súbito comenzó a calentar sus entumecidos huesos y sus ojos, llorosos por el humo y la carga del ambiente, saltaban de un rincón a otro de la discoteca, atestado hasta mas no poder de gente, que saltaban y bailaban unos con otros al compás de la música. Sonrió, complacido. Desde luego la fiesta estaba cumpliendo con las expectativas. Esa tal Isabella había hecho sin duda un gran trabajo con los preparativos, el Tower of Arrogance volvía a brillar, y bastante mejor que cuando lo hacía meses antes de esa maldita redada, dejándolos todos sin diversión… algo que desde luego ya de por sí era difícil de igualar.
Sacó su celular y miró la hora, reflejada en la pantalla verdosa del aparato.
“Las doce… ¿dónde diablos se habrán metido?” pensó, nervioso. Llevaba media hora esperando a su novia y a esa amiga suya que tan pesada era… y cuyo nombre nunca lograba recordar.
Se quedó asó unos segundos, mirando ausente el teléfono, para que luego, tras encogerse de hombros, se dirigiera a la barra.
- ¿No te vas? – le preguntó Belain a su compañera. Podía ver los oscuros y enmarañados rizos moverse al son de sus dedos, los cuales, ágilmente, saltaban por el teclado de un resorte a otro, lanzando constantes y débiles traqueteos y enviando complejos códigos al superordenador de Shinra, mostrados en calve cifrada en la amplia pantalla que complementaba la perfecta máquina.
Estaba tan ensimismada en su trabajo que ni siquiera escuchó la voz de la chica.
- Marianne… ¿Me estás escuchando? – repitió mas alto, captando así su atención.
De súbito se giró su silla, observándola atentamente con sus entrecerrados ojos(o lo poco que se podía apreciar de ellos, ya que gran parte de su frente y cejas estaban ocultos tras unos largos y lisos flequillos).
- ¿Qué? ¿Qué dices Belain? – dijo, acelerada, como si esa interrupción estuviese robando un tiempo muy preciado para ella.
La chica respiró hondo y cerró los ojos, cansada.
- Marianne, son más de las doce de la noche... ¿No crees que es hora de darle un respiro al programa…? Además, mi nene me está esperando…
El sonido de las teclas la obligó a abrirlos de nuevo. ¡Otra vez! ¡Había vuelto a hacerlo como en los cinco intentos anteriores!
- ¡Marianne! ¡Estoy…!
La chica alzó la mano en señal de silencio.
- Estoy segura de que lo tengo.
- Siempre “lo tienes”. La ingeniería genética requiere su tiempo… vamos, déjalo ya…
Marianne ya no escuchaba de nuevo, sus dedos eran los únicos labios que daban respuesta a las exigencias de su compañera.
Resopló de nuevo. No había solución.
Encogiéndose de hombros, se volvió y atravesó la puerta de la oficina. El silencio gobernaba en la IGSSA (Ingeniería Genética de Shinra S.A), subcategoria del departamento cientififico de Shinra, era un conjunto de oficinas encerradas en un alto edificio de la placa superior con un objetivo común: analizar el ADN humano, y la verdad es que sin esa empresa la mayoría de los avances genéticos no habrían sido posibles y muchas de las cualidades SOLDADO se las debían a ellos.
Belait se apoyó en una de las múltiples cristaleras, observando así toda Midgar (tal era el tamaño del edificio que el único que le hacía sombra era la gran CONSTRUCCION DE SHINRA, el edificio desde donde Rufus Shinra oteaba su imperio).
“Tanta ciencia para modificarnos a nosotros mismos y ni siquiera hemos sido capaces de detener lo más básico del mundo”
Cualquiera que escuchase a esta chica pensaría que hablaba de METEORITO, que se alzaba expectante en el cielo, pero nada más lejos de la realidad. Su mirada no mostraba el más ínfimo interés por el meteoro, sino que posaba su mirada en algo que se situaba a mucha menos altura: Los suburbios, la placa inferior. La gente se mataba allí, moría de hambre y otras causas innaturales. Sin luz solar, sin aire puro… ¿Y todo por qué? ¿Por el poder? ¿Materia…?
Negando con la cabeza alzó una mano hacia la caja de interruptores generales, los cuales controlaban la electricidad de la planta. Miró su reloj.
“Las doce y cuarto. El ordenador ya habrá realizado la copia de seguridad automática”
Colocó el dedo índice sobre el ICP y acto seguido le propició un leve empujoncito hacia abajo.
El agudo grito de su compañera le arrancó una sonrisa en sus sonrosados labios.
- ¡Casi lo tenía! ¡Casi lo tenía! –gritaba Marianne mientras manejaba con total habilidad su Shin-Ra Sahagin, descapotable, con unos retrovisores decorados graciosamente con cuadritos negros y blancos, cual tablero de ajedrez. Su voz estaba apagada (a pesar de sus gritos) por el viento que golpeaba su cara, ya que tenía la capota quitada y, para qué mentir, la velocidad que llevaba.
Miraba de vez en cuando a su copiloto, que se limpiaba sus redondas gafas. Al verla hacer esto, frenó en seco en medio de la carretera, obligando a sus cuerpos a echarse hacia delante por la inercia.
- ¡Casi lo olvido!
Se quitó el cinturón y comenzó a rebuscar en los asientos traseros, sobre los que habían dos grandes mochilas. En éstas guardaban sus uniformes y la ropa que se ponían tras la plácida y calentita ducha que se daban en los vestuarios del trabajo. Como siempre solían salir las últimas (lógicamente por culpa de Marianne) no tenían que hacer cola ni recibir las quejas de compañeros de trabajo, lo cual se agradecía enormemente…
- ¡Ajá! ¡Aquí está!
Sacó una cajita de madera y la abrió. Dentro había un curioso piercing de exóticos colores metálicos. – Como en el trabajo no me dejan… -dijo con voz inocentona, mientras se lo colocaba bajo el labio inferior, a su izquierda.
- Bueno que… ¿Nos vamos a la fiesta? – dijo, sonriendo.
- ¿¿Ahora?? ¿¿En serio?? ¡¡No me digas!! – exclamó con sorna su compañera.
- ¡Claro que sí!
- Hace más de media hora que tendríamos que haber llegado…
- No te preocupes, la noche es joven, imagino que esa fiesta no terminará hasta las seis… o las siete incluso… bueno, da igual. ¡Que por unos minutos no se va a acabar el mundo, chica!
Inquisitivamente, Belain miró al cielo. La gran roca brillaba expectante en el cielo…
Encogiéndose de hombros se recogió su rubia cabellera. Lo de ella era incorregible…
El coche volvió a ponerse en camino, dirección los suburbios.
Apenas habían pasado diez minutos cuando las callejuelas del sector 4 comenzaron a asomar en el final de la carretera. El ruido de los vehículos, el barullo de individuos amontonados con cara de bobos ante un escaparate… pesar de ser una hora tan avanzada de la noche, la gente seguía tirada en las calles.
- Oh, me encanta el ambiente de este sector. Ni muy pijote ni muy sucio. Algo intermedio.
“Intermedio… lo dirá por el numero, porque a mí me parecen todos iguales… igual de pobres y sucios”
- ¡Ey, paremos aquí!
Dio un volantazo desprevenido, cambiando de súbito la dirección del coche y “aparcándolo” entre dos contenedores grandes de basura. Las ruedas chirriaron a lo largo de las calles del sector, arrancando miradas inquisitivas a algunos curiosos que pasaban por allí. Luego, al ver que no era nada importante salvo una loca al volante, se encogían de hombros y seguían con su camino.
- ¡En marcha! – dijo, saltando del coche literalmente. Su compañera, sin embargo, optó por la educación y se limitó a abrir la puerta.
A lo lejos, mas allá de lo que era la zona urbana, se podía escuchar el retumbar de los subwoofers de una macrofiesta que tan sólo acaba de empezar.
Marianne abrió silenciosamente la puerta de su lujoso piso en el sector 5. Vivía en un tercero de un edificio de diez plantas y la tranquilidad y paz que se respiraba en el ambiente denotaba la calidad del barrio en el que se situaba.
Lentamente, entró por la rendija y la cerró, realizando un leve ruido metálico. Echó el pestillo y se encaminó hacia dentro. Las losas de madera que formaban el suelo crujieron bajo el peso de sus botas y las luces se encendieron de forma automática al percibir su presencia.
Ya despreocupada por el ruido, que más bien era importante fuera, no dentro, caminó normalmente, atravesando el hall.
A su izquierda estaba el amplio salón, decorado con bonitos cuadros y gran televisión panorámica. El color de las paredes era de un tono madera alegre y en una zona cerca del comedor, a la izquierda, había un precioso piano de cola, echo de madera caoba y barnizado con una leve y fina capa de pintura marrón, que conservaba el tono de la madera prima de que estaba formado.
Siguió hacia el fondo, sin entrar en el salón, para dejar la cocina a su derecha y entrar de lleno en su dormitorio, que más que dormitorio, recordaba a la casa de aquellos muñecos que daban las buenas noches a los niños de toda Midgar, ya que la habitación estaba totalmente saturada de entidades esponjosas, de algodón, tela y demás materiales. Osos, serpientes… toda una gama de peluches era la principal jerarquía que gobernaba su cuarto.
Tiró la mochila al azar, según cayera, en el suelo, y se tumbó pesadamente en la cama, la cual lanzó un leve crujido. Los flequillos le ocultaron sus ojos, los cuales ya estaban cerrados para entonces. Ajena a todo esto, Marianne no se enteraba de los mucjos problemas a los que se debería enfrentar, ya que, en un rincón del escritorio y oculto tras una montaña de dibujos científicos (nucleótidos, genes, mangas, cálculos matemáticos…) su ordenador portátil se había puesto en marcha y en ese momento recibía unos datos. Datos de un nuevo espécimen… un nuevo experimento… un tal Egal Hart.
8 comentarios:
Tus muertos bailando una conga y yo esperándolos con una m60. Vamos a ver, pedazo de cernícalo:
Vida real - Azoteas de Midgar
Lexus IS F - Shin-Ra Cavalier
Ford Mustang - Shin-Ra Supreme
Nissan Skyline - Shin-Ra Fenrir
Lexus SC 430 - ???
Kawasaki Ninja - Blackracer 650
Lo pillas así?
En fin... Hija loca, dale caña y retomemos la normalidad.
Ukio me quito las palabras... El fallo es el Lexus SC 430, cuyo nombre necesita una adaptación a Midgar.
Por lo demás, todo bien, aunque necesita una separación entre la parte de la discoteca y la parte del departamento de investigación.
sigues sin contestarme maldito bastardo! mi pregunta era como llamo a ese maldito lexus SC 430 descopotable con lunarinos negros en el retrovisor amariconado hasta mas no poder!!
Por cierto, el comentario ioba para Ukio no a ti Astaroth xDxD
Como te de la gana:
Molbol R75
Shin-Ra Kelzmelzer
Shin-Ra Sahagin
etc...
Pone un nombre finalfantasiero, usa nombres de monstruos o cosas que peguen.
Dice claramente en las normas que SI NO LO TIENE, TE LO INVENTAS TU!!
Otro pequeño detalle...
¿Eso de IGSA es un departamento, una subdepartamento o qué es? Recuerdo que la investigación de SOLDADO está a cargo del Departamento Científico del cual es director el Dr. Hojo. Primero lo tratas de deparamento y luego hablas de él como empresa así que no sé cómo tomarlo. No inventéis cosas que ya existen ·_· y si introducís algo nuevo que no acapare terreno que ya está situado en el juego original.
Modificare eso, tienes razon Noiry, no habia caido en ello. En cuanto al coche... me gusta Shin-Ra Sahagin ;)
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