martes, 11 de mayo de 2010

213 (Incompleto)

El ruido del tren lo despertó. Abrió lo ojos y contemplo la habitación mientras se daba cuenta de que se habían olvidado de apagar la minicadena, continuando con la recopilación de viejos temas de stoner rock. Las notas fluían en cascada a través de la habitación mientras el vocalista iniciaba un misterioso canto chamánico.

"¿Que me está tratando de decir?"

El enigma zumbó como un abejorro mientras le daba una calada al pitillo. El alquitrán sabia a rutina. La misma sensación diciendo "Una y otra vez más volvemos a estar en el punto de partida. El cigarro encontró reposo mientras el se relajaba en el colchón, bocarriba, mirando como manchas de humedad comenzaban a surgir en en techo. No quería girar la cabeza, no quería verla. Prefería estar así, aguardando a que la princesa despertase, teniéndole a él dentro del cambio de visión. Se llevo la cabeza a la nuca, secuestró el Grial de su reino, y volvió a darle una calada.Una mano comenzó explorar el vello de sus pectorales. Una ráfaga de dulce y ardiente frescura se restregaba contra el. Tal y como esperaba, sintió posarse sus ojos en el sin necesidad de abrir los ojos. Sonrió. Satisfacción. El placer de acertar una vez mas.

- ¿Que tal, león? - ella iba agarrando diversos mechones del vello de su pecho mientras enunciaba la pregunta. Su sonrisa se amplió. Abrió los ojos y con un giro rompió el hechizo. La verdad, se le reveló a su vista: Era fogosa y tranquila a la vez, la inocencia que denotaba su cara se veía traicionada por su mirada astuta.

- Tu compañía ya me hace sentirme mucho mejor de lo que ya me sentiría solo – las palabras iban saliendo con un leve toque de seguridad y autoafirmación. Buscó el despertador a la vez que sonreía tranquilamente. Ella aprecio aceptar sumisamente ese ligero desdén. -Vaya, que tarde es. ¿No tenias turno hoy a primera hora?

- Si, como tu – respondió con infantil malicia. El se sento, apoyando la espalda en la pared, adoptando una pose de concentración.
- Creo que va siendo hora de movernos, o ya podremos tirarnos cuanto queramos en la cama todo lo que resta del día..

La gorra le encantaba. El aire marcial que exudaba tenia la guinda en el águila imperial posándose firmemente en la esvastica. Se puso los guantes lentamente, y cerro los puños, sintiendo como el cuero se estiraba. Volvió a repetir la misma operación varias veces, hasta darse por satisfecho. Busco el espejo de cuerpo entero de su habitación. Le gustaba lo que veía reflejado: Un bastardo de mirada cruel enfundado en un hermoso conjunto formado por la susodicha gorra, una camiseta de un viejo grupo heavy, enfundada dentro de un chaleco de cuero marrón; finalizado en un pantalón unas botas de cuero, ambas negras. Era el uniforme de guerrero. Un dragón de ardiente rabia surcaba el interior de su psique. Sentía ganas de mas. Dolor, destrucción y más dolor.

El palo de golf semejaba un cetro de sus manos. Su caminar y el ritmo de sus pasos trasmitían un incesante mensaje a todo el que el lo cruzase: "Esto es una cloaca y voy a incendiarla". La inmensa mole del cañón se recortaba a la lejanía, recordandole la oleada de terror que trataba de retener su silueta. Comenzó a cavilar, buscando algo con lo que matar el resto del día(era mediodía). El paisaje le resultaba cautivador. Podía vislumbrar en cada gesto de la gente como se trataba de retener el horror y pánico que trataban de aflorar. Una canción se reproducía en su mente.

"La decadencia esta servida..."

La creación se unió en un todo. Interior y exterior. Realidad e imaginación. Midgar entera se convirtió en un videoclip de rutilantes escenas mostrando un mundo marchito y degenerado a punto de sucumbir. El fin de tan largo invierno pronto iba a ser celebrado con un espectacular carnaval. Y el no se lo pensaba perder. El halo lleno de repugnancia del vagabundo corto sus reflexiones. Era asqueroso. ¿Quien se creía ese apestoso borracho para meterse en la película?. En un rápido movimiento, alzo el palo y lo convirtió en un destello metálico que impacto en su rostro. El mendigo callo de rodillas mientras de su boca comenzaba a manar sangre y dientes. Pensaba "Eso ya esta mejor", cuando la vibración del móvil se convirtió en una nueva interrupción. Rebusco tranquilamente en el bolsillo hasta hallarlo. La pantalla avisaba de un nuevo mensaje. Lo miró.

"Pub, tomamos unas rondas y vemos el partido. Después al Korova a maquinar como pasar la noche"

Devolvió el móvil a su lugar rápidamente, pero con suavidad. Ya tenia algo que hacer. Enfilo el camino hacia el lugar de encuentro con la misma fría calma que llevaba. Una sonrisa de malévola ilusión surcaba su cara. Enfiló el pasó de cebra sin fijarse en el semáforo en verde, tan absorto se hallaba en sus meditaciones que todo lo era ajeno. Hasta que una voz fuerte y chillona lo devolvió sus pies a la tierra.

- ¡Has agredido a un viejo! - El generador de tan potente voz era una mole de ciento veinte quilos de peso, una buena parte de ella concentrada en su voluminosa panza. Tenía el pelo cortado a cepillo y la delgada barba no lograba ocultar un eterno mohín de mala leche. Incluso las gafas de sol eran incapaces de contener el torrente de ira aflorando de su mirada.

- ¿Me habla a mi, caballero? - El muchacho, confiado y altanero, contemplaba con diversión a ese paleto pueblerino, con su ridicula camiseta a cuadros y esos pantalones cortos que mostraban unas piernas fofas y palidas.

- Si, tu, chaval. ¿Quien coño te crees que eres, maldito niñato? No me jugué el cuello en Wutai para ver a cabrones como tu pateando a la gente. - Aquello se estaba poniendo interesante: El gordo quería pelea. No vendría mal un precalentamiento antes de la noche. Adopto una pose de inmensa chulería a la par que se iba acercando. No pudo evitar una sorpresa cuando, de forma lenta y calmada, se dibujo una sonrisa en su cara.

- ¿Y que piensa hacer, señor? - Vocalizaba lenta y sibilinamente, como una cobra acercandose a su presa. - ¿Pegarme un par de azotes y llevarme ante mi progenitores para decirles que soy un niño muy malo.

- Será que no me calientes chaval, estas agotando tu credito. Estas muy cerca de conocer el dolor. - La pistola apareció en su mano derecha, de metal frio y duro, remarcando la naturaleza asesina y brutal de ese objeto. Pero no fue la pistola lo que evaporó toda su confianza y lo sumió en la duda y el miedo. Las siglas enmarcadas en la placa, que sostenia en la zurda, surcaron su mirada escupiendo, como balas de cañón, el mesaje duro, frio y brutal de su oficio: T.U.R.K.

Efectivamente, la ha cagado.

- Vas a conocer el dolor si dejas de portarte, ¡como un puto gilipollas! ¿Me has entendido, capullo? – Las malas pulgas, lejos de irse, punzaban su cuerpo, mantiendo constante la furia.

- Si..vale, señor agente, mantengamos la calma – Intentaba denotar calma, el miedo apenás se notaba, bajo su sonrisa. Podía salir bien de esta. – Seguro que podemos llegar a entendernos. ¿Sabes quien soy yo?

- Ya lo creo – Esa sonrisa, era mala seña. Muy mala señal. -Tu y yo vamos a realizar un viaje. Estaba en mi día libre, pero con alguien como tu, vale la pena dedicarle unas horas más a mi trabajo.


- Así que lo tienes en una celda, aguardando un interrogatorio. Muy bien, Walker, de puta madre. ¿Ahora me puedes explicar que cojones vas a hacer con el?

La bolera no estaba llena, como de costumbre. No había sido un mal lanzamiento. Ocho de un golpe, los otros dos en el siguiente. Hoy estaba de racha. Tomo asiento, y recogió la copa para darle un trago. Un coreliano blanco, como siempre, y en buen momento. No había sido ayer un buen día precisamente. Walker estaba sentado frente a el, y detrás suya, Bouzas.

El trió estaba compuesto tres figuras completamente distintas. El primero, el que acababa de hablar. Un hombre de complexión fuerte y algo musculosa, de melena y bigote con perilla rubias; vestido con una vieja camiseta de un antiguo grupo de rock psicodélico. Otro, de complexión delgada, una declinante mata de oscuro cabello que intentaba ocultar inútilmente, con una camisa de botones blanca y unos pantalones negros que remarcaban su delgadez. El último, Walker, es nuestro turco protagonista de la escena anterior. Se hallaban allí reunidos, como cada domingo por la noche.

- Evidentemente, voy a darle un pequeño escarmiento. A estos mocosos malencarados hay que meterlos en cintura antes de que sea tarde. - Se reclinó, mientras su escuálido compañero se levantaba para efectuar su turno, para ponerse más cómodo, mientras sostenía su cerveza. - Además, teniendo en cuenta su vestimenta nada barata, es evidente que su familia tiene un patrimonio, o sea, clase acomodada, lo cual significa que asustandolo un poco quizá nos den algo a cambio de sacarlo lo antes posible.

- ¿Pero que cojones me estás diciendo? ¿Es que no te puedes quedar tranquilo ni en tu puto dia de descanso? Joder, Walker, es solo un puto niñato que se dedica a hacer el vándalo. El mundo se está yendo al carajo, ¿ y no tienes nada mejor que ponerte a detener a putos niñatos que se dedican a hacer el vándalo? - Se sentía desconcertado y confuso. Llevaba una mala racha, y ahora su amigo le venia con toda esa mierda. Tomo otro trago, intentando expulsar las sensaciones negativas que lo invadían

- Jeff, ¿Te has parado a pensar en toda la gente a la que habrá hecho daño ese pequeño sinvergüenza? - Se agacho hacia delante, acercándose su cara a la suya, con el objetivo de remarcar sus gestos. - Está claro que tiene que hay que bajarle los humos. Shinra está demasiado ocupada con todo este cirio del meteorito y el cañón. Ahora mismo, tienen tantos asuntos entre manos, que les da absolutamente igual el destino del chaval. Como si lo ejecutamos y tiramos el cuerpo a un triturador de comida.

- Precisamente por eso, Walker – Iba a ser su último intento de razonar con el - ¿No crees, tal y como están las circunstancias deberíamos estar en lo que hay que estar, centrarnos en cosas más urgente?

- ¡Eso mismo decía mi sargento! - El nuevo aumento en decibelios acababa de indicar el fracaso. - ¡Y al final le voló una pierna un puto mocoso de ojos rasgados que trabajaba de limpiabotas! ¡Decenas de compañeros muertos por no estar atentos en todo! ¡Era como estar asediado, pero con el enemigo dentro de la fortaleza! -

- Bueno, vale, lo que tu digas. Que te den por el culo, tio. - Encendió un pitillo. Estaba harto de todo esto, el trabajo, ella y Walker. El tercer acompañante había vuelto a su asiento, con ganas de participar en la conversación

- ¿A quien has detenido, Walker?

- ¡Bouzas, no estás en tu elemento! - Bouzas se calló, intentando ubicarse en la conversación.- Cambiando de tema, ¿que tal te fue con tu amiguita pelirroja? - Walker tenía un defecto a parte de ser como un burro tirando como un arado, terco y sordo a todo. Además era incapaz de interpretar el lenguaje corporal de los demás. Jeff se llevo una mano a la cara y se masajeo los parpados con los dedos. Inspiró aire. Ya se sentía algo mejor.

- Fatal tio. Empiezo la mañana con ella, toda cariñosa y calientapollas, y termino en un puto restaurante vegetariano escuchando soplapolleces acerca de qué busca en una pareja. Por lo menos podía haberme invitado, ya que me dejaba... Ni siquiera esperó al final, lo dijo nada más empezar a comer. Allí nos veías a los dos: Rumiando como vacas nuestras ensaladas en un silencio sepulcral evitando mirarnos.

- Las mujeres de hoy en día son todas unas arpías – Walker, se llevó la birra a la boca – ¡Ni siquiera mi esposa es capaz de mantener un compromiso!

- Margaret no tiene nada que ver con en maldito tema. Esa tia simplemente se tiro el puto rollo conmigo para dejarme claro que aquello solo fui alguien con quien follar una temporada. - Si no te importa, voy a lanzar la bola que es mi turno.

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