viernes, 12 de febrero de 2010

203

Un pequeño suspiro surgió de su boca mientras aquella placentera sensación se expandía por todosu cuerpo, desnudo y empapado. Aquella había sido una noche extraña, surrealista y por encima de todo, preocupante. No esperaba acabar teniendo a Alex en su cama. Pero ahora mismo todo podía irse a la mierda, pensó mientras volvía a suspirar y se concentraba en el placer...



"Tenemos que hablar".

Alexander estaba acostumbrado al viejo chiste de que ésta es la peor frase que puede decirte una mujer, pero él para sus adentros añadía con cinismo que es mucho peor cuando quien te la dice es tu familia. Ascanius le había citado en un elegante (entiéndase pijo) café de la parte superior de la placa, remarcando que si NO acudía, habría consecuencias.

Si hubiera sabido de antemano las consecuencias de ACUDIR, quizás se lo hubiera repensado, pero aquella mañana él no tenía el don de la videncia.

Dado lo poco habitual que era que su hermano se metiera en su vida, las cosas habían sido predecibles. Lo que llevaba a entender el por qué estaba él sentado en un cómodo sillón anaranjado delante de una copa de crema de nuez Zeio y con un cigarrillo de liar en la mano, insultantemente vestido con su ropa de diario en uno de los locales más elitistas del Alto Midgard. Una cosa era acudir, porque no quedaban más pelotas, y otra ser un mamón sin dignidad ni orgullo.

– Llegas pronto.- saludó una grave voz.

– Y tú en punto y un segundo, para no variar. Eres peor que un puto reloj iciclano.-

– La puntualidad es una de las bases de la educación de un caballero.-

– Otra de esas bases no escritos es que os meten un pal por el...- susurró entre dientes Alex.

– ¡Basta! No te he llamado para que muestres tu irreverencia.- le cortó con brusquedad su hermano.

Físicamente eran muy parecidos. Ambos habían heredado los chispeantes ojos verdes y la piel bronceada de su madre, así como los rasgos afilados y la nariz recta de su padre, pero mientras que Alexander tenía el pelo negro azabache, el de Ascanius era cobrizo. Y aunque llevaban un corte similar, ahí acababa todo parecido. El mayor vestía un caro traje de corte exclusivo en negro y tenía un porte austero, serio y distante, en tanto que el menor llevaba sus vaqueros como una segunda piel, una camiseta ajada en negro con el logotipo de un viejo grupo rockero y pequeños accesorios en plata y cuero negro. Su cazadora reposaba en el respaldo de su asiento, y su pose desenfadada rezumaba descaro y depredación a partes iguales.

– Alex, deberías volver a casa...- empezó el mayor.- Esta vida te está afectando...-

– Sabes por qué me fui. No puedes pedirme ahora que agache la cabeza.-

– No es tu cabeza la que me preocupa.-

Con cuidadosos movimientos, Ascanius extrajo un sobre y lo lanzó sobre la mesa. De su interior se desparramaron unas fotografías que hicieron a Alexander entrecerrar los ojos.

– No preguntaré de donde han salido, pero sí qué cojones haces tú con esto.- siseó mientras señalaba una excelente instantanea de su cena con Victoria.

– Mejor yo que padre.-

– No te salgas por la tangente. Lo que yo haga en mi vida privada no es asunto vuestro, y nuestro padre puede decir misa al respecto. No le debo nada, me gano mi propio sueldo.-

– Alex...- suspiró su hermano masajeándose el entrecejo con la diestra.- Lo que importa no es que te hayas estado luciendo con una muñequita menor de edad por los restaurantes. Como si la alta sociedad no tuviera muchos otros escándalos de losque hablar. Pero si yo he conseguido estas fotos, otros lo harán. No sé si eres consciente de que la has puesto en el punto de mira.-

– ¡Son mis asuntos!-

– ¡Y es su cabeza, imbécil!-

– ¿Me has llamado para dicutir mi vida privada, o hay algo más?-

Ascanius contubo un resoplido. A pesar de lo que pudiera parecer, él y Alex se llevaban bien y se apreciaban, pero su díscolo hermano sacaría de quicio a un santo, incluso a un santo que lo conociera desde que nació.

– Es evidente que no...-



Era oficial. Iori se había vuelto paranoico.

Podía resultar dificil de ver para la gran mayoría que asoctumbraba a verlo por los pasillos de la universidad, o en los laboratorios, pero Laura había tenido el "privilegio" de llegar a conocerle, y que ni ella fuese capaz de sacarlo de su piso para tomar un vulgar aperitivo clasificaba como alarma urgente.

– En serio, I-kun, estás raro...- comentó mientras preparaba café. Un pulcro joven de tez pálida esperaba en el sofá, releyendo datos. Incluso para andar por casa tenía que ir perfecto, refunfuñó mentalmente la chica. El chandal gris que llevaba no hubiera estado más impoluto de haber colgado en una percha.

– Imaginaciones tuyas.-

– Sí, claroooooo... y las vacas vuelan. Desde que hablaste con mi padre vives con un pie fuera de la realidad. ¿Vas a contarme de una vez lo que pasó? Papá no puede, cada día está más olvidadizo.-

– Lo sé... cuando fui a verlo ni se acordaba da que nos había presentado hace años y me recitó tu biografía.-

El comentario era pequeño, pero por lo menos demostraba que Iori aún podía seguir una conversación. Siempre que le sacases las frases con sacacorchos.

Laura puso la taza de café negro delante del chico, y se sentó en el sillón contiguo, sorbiendo su capuccino. El estado de su padre, por la avanzada enfermedad que lo consumía, había pasado de preocupación a resignación. Y una ex-militar no podía dejarse llevar por la pena de ver morir a alguien. Sería como tratar de secar el mar con una bayeta muy húmeda.

– Contesta.-

– No.-

– ¡Contesta!-

– Acabo de hacerlo. Mi respuesta es no. No te voy a contar lo que pasó.-

Ni siquiera la miraba. Toda su atención se centraba en aquellos puñeteros papeles, y su rostro ligeramente demacrado se veía iluminado por sus ojos como ascuas que devoraban ávidamente cada párrafo. La chica ojeó el pequeño salón, de paredes blancas y con una lámpara de pie por toda fuente de luz, el sofa, los sillones, la mesita, el estante con la tele, y cuando llegó al interruptor de la luz se dijo que ya había divagado bastante y que era hora de sonsacar al chaval.

– Hay dos opciones...- la inclinación hacia delante de Laura si consiguió sacarlo de su indiferencia, o al menos eso pareció.- O es algo avergonzante entre hombres... o es algo que debió quedar enterrado en el pasado.-

Iori maldijo la puntería de Laura. No sólo era buena disparando armas de fuego.

– En caso de que fuera alguna de la dos, como comprenderás, mi respuesta sigue siendo "no".-

– Pues ya me dirás entonces como pretendes que te ayude, "genio".- resopló la chica.- Para eso me llamaste, ¿no?-

El chico la miró. Aunque era mayor que él (ella rondaba los treinta y seis), no aparentaba en absoluto su edad. Tenía el cuerpo nervudo, con los músculos bastante marcados para una chica, la piel tostada y el pelo rubio ceniza, largo y rizado. Usualmente se lo soltaba, pero hoy lo recogió en una cola de caballo. Vestía unos pantalones militares y una camiseta blanca, y su expresión enfurruñada se le antojaba encantadora al témpano de hielo que era su mente.

– Necesito que encuentres a alguien, y antes de que me preguntes, yo no puedo salir a buscarlo... o buscarla...-




Dejarse llevar, no pensar... hmmm, y era tan delicioso... aquel tacto deslizándose por su piel expuesta.... Victoria ronroneó.

El calor aumentaba, empañándolo todo.

Y ella sólo se veía capaz de suspirar y seguir...


– No me puedes pedir esto, Ascan...- la mueca de dolor de Alexander no era, por una vez, fingida.- Por favor, no...-

– No tenemos otra opción. Ni tú ni yo. ¿O es que crees que me siento feliz?- arrojó el periódico del día sobre la mesa, abierto por la mitad. En una pequeña esquina se detallaba el informe de un incendio en los suburbios la noche pasada. Un pub de mala muerte, según leyó.- No fue un simple incendio. Hay rumores entre los de la jet set que fue una venganza de los mandamases. Pero nadie se atreve a decir nada en voz alta, lo cual indica que es algo "oficial".-

Su hermano asintió. "Oficial", en dicho contexto, era la palabra clave con la que ambos hermanos designaban los actos de organismos oficiales del gobierno. Y hasta que nadie sacase la versión oficial, todo quedaba en murmullos de corredor.

– En cualquier caso...- preguntó Alex tomando un sorbo de su crema.- ¿Qué quieres decirme con esto?-

– Que no podemos escapar, Alex. Tú lo hiciste a medias, pero sigues siendo un Castro e Andrade, con todo lo que eso conlleva. Tienes que hacerlo. No es una petición.-

– Ascan, no...-

– Las órdenes vienen de arriba. Sabes a lo que te arriesgas si desobedeces... y a lo que nos expones a los demás.-

– ¡A la mierda, Ascan, yo no voy a matar inocentes!-

Esto estaba siendo más dramático de lo previsto, pensó el mayor. Ojalá yo sólo fuese un pijo dedicado a llevar los negociones de la familia, pensó. Ojalá tú sólo fueses la oveja negra y mi rebelde hermanito. Alex estaba punto de derrumbarse... y él no podía ayudarlo ni salvarlo. No podía decirle que no pasaba nada. Lo miró con tristeza.

– Puedes llorar ante mí...

– ¡Que me follen con alabre de espino antes que eso!- escupió entre dientes mientras apretaba
los puños. Si tenía que hacer patente su desesperación, lo haría con la furia.

– No tienes elección...-

– Lo sé, joder... lo sé.- apoyó las manos en la mesa y las contempló.- Eso es precisamente lo que no puedo aguantar. La falta de opciones.-

– Lo harás bien.-

– Lo haré y punto...-

Soy bueno en lo que hago. Por eso me encargan estos trabajos. Lástima que sea bueno matando. Lástima que me encarguen asesinar a gente que no ha hecho nada sólo para gobernar a través del terror...

Alexander miró impotente la hoja que su hermano le tendía, y que detallaba su misión: enfrentar a la gente los suburbios unos con otros. Ni siquiera le decían el para qué.



Eduardo revisando su vieja colección de Cds de música era la viva imagen de la felicidad. El Saucer iba viento en popa, su nieta por fín tenía en la cabeza algo más que matar gente y esa noche había concierto libre en su local a cargo de una banda novel pero a su juicio muy buena, Impel Down.

Y sin embargo, a veces le daba la impresión de faltarle una pieza en el puzzle. La mirada feliz se transformó en añoranza cuando vió la foto junto a la caja de los Cds. Tenía toda una pared de su salón con instantáneas de los reclutas que habían pasado por su mando, todos ellos, pero esa foto nunca terminaba de decidirse a colgarla. Jamás logró decidir quién ganó la pelea entre su rencor o su afecto.

Quizás fuese mejor relegarla a un cajón de esos que sólo abres una vez cada diez años, en medio de la gran limpieza caótica que organizabas cuando las pelusas ya te saludaban al salir de debajo de la cama.

"No es más que otro recuerdo para la colección, viejo. No intentes resolver ahora lo que no resolviste hace dieciocho años..."

Silbando, metió los últimos compactos seleccionados en la caja y bajó al local. Todo estaba listo par la noche y sólo le quedaba matar el rato haciendo cosas típicas de barman, como limpiar vasos con un paño.

Acústicamente, la siguiente escena puede resumirse en: puerta que se abre, vaso que se rompe, voz que susurra un nombre.

"Laura..."



Llegaba tarde al lugar donde había quedado con ella, lo sabía. Seguramente estaría furiosa. Y contra lo que pudiera parecer, no le daba igual. Pero le estaba costando llegar...

Ajá, el parque a la vista... sólo deseaba que la acera no se moviese tanto.

– Tú, maldito imbécil de...-

– Hngoooooooooolaaa... qué passssha... ssssssssiento la tardanza, en serio, hgaaaa sido... una estupideeeeeezzzzzz...-

Victoria alucinó. Un Alexander disculpándose era raro, pero un Alexander ebrio y medio arrastrado era el colmo. Su enfado no pudo con su preocupación... y eso la molestó. Se suponía que ese tío no le caía bien.

– ¿Tienes alguna excusa para tu borrachera, o simplemente va a ser un "porque puedo"?-

– Vaaaaaaa, Vic... ngooooooo te enojesssssss congmigo... ¿estoy borrasho?-

– Mucho.-

– Cojjjjjjjjjjonudo... hay coshas a las que no debería enfrentarssssse alguieng sobrio...-

La niña lo agarró por el brazo y lo guió a través de Mercado Muro. Su paciencia era de mecha corta, pero esperaba que el trayecto hasta el club de su abuelo fuese aún más corto. El chaval necesitaba un jarro de agua fría en la cabeza. Y a lo mejor también el agua fría.

Veinte minutos más tarde, Alex estaba razonablemente semisobrio sentado en el borde de la cama que Vic utilizaba cuando se quedaba con Eduardo, y ella estaba esperando una explicación.

– Soy un mierda...-
– ¿Por cual de los muchos motivos disponibles lo dices?-

Él la miró con seriedad.

– No es algo para tomarse a broma.-
– Perdona...- la disculpa fue sincera. Alex estaba demasiado amargo y con la mirada desmasiado desesperada como para continuar por el camino del sarcasmo con él.- ¿Qué ha ocurrido?-
– Que voy a ser un puto bastardo de SHINRA, y lo voy a ser porque no tengo elección...-
– Eso no me aclara mucho...-
– Es mejor no saber más.- respondió huraño.

Victoria no tenía mucha experiencia consolando gente. Su abuelo hubiera sabido manejar la situación, pero no estaba en el club. De modo que ella hizo lo único que sabía: lo abrazó como a un niño y le susurró.

– Calma, calma... estoy aquí...-

Su madre solía actuar así cuando, de niña, estaba triste.

Pero por lo que Vic recordaba, el paso siguiente no era que el consolado se echase a llorar a moco tendido.



Ahhhhhh, dioses, no quería terminar... aquello le gustaba demasiado. El gozo era superlativo.

Aquella sustancia blanco lechoso resbaló por su cuerpo. Suspiró antes de quitársela con desgana, porque sabía que eso era un "se acabó la diversión".

Y así, desnudo y húmeda, Victoria salió de la ducha. Envuelta en una toalla, regresó a la habitación y contempló a un Alexander que, agotado, se había dormido. Había llevado un buen rato de lacrimógena confesión entender lo que le pasaba, y de momento Vic prefería no juzgar.

Alex iba a tener que disparar a gente de los suburbios. Porque sí.

Porque SHINRA lo quería.

Y ella no podía volverle la espalda, ni tampoco detenerlo. Quien mandasen después de él si fallaba podría ser incluso peor.

"SHINRA debe caer..."

5 comentarios:

Lucas Proto dijo...

Chulo, quizás se echa en falta algo más de tensión, después de todo los relatos de evento se caracterizan por dar giros en tramas bastante importantes o introducir cambios bruscos. Aquí creas bastantes incógnitas, pero creo que hubiera sido mejor resolver alguna.

Curioso lo de la ducha, tuve que leerlo dos veces para entenderlo bien.

Astaroth dijo...

Coincido con Meph. He tenido que echar mucho memoria para recordarlo todo, porque hacía tiempo que no escribías y la historia se me había quedado descolgada.

Aunque sigues con el estilo poco descriptivo, ha estado bastante bien. Quizás alguna para reforzar ciertas ideas le hubieran dado un empujón bastante bueno.

Lara LI dijo...

Lo de la ducha era una coña, para ver cuantos pensábais que en realidad estaban teniendo sexo XD.

dijo...

A mí con lo de la ducha se me ha escapado un "¿lol?"
Coincido con Astaroth, se me hace algo esquelético sin las descripciones, pero buen relato

Ukio sensei dijo...

Morgana, me voy a cabrear. ¿Quién ha escrito esto por ti? A mi no me engañas: Es mucho mejor que otros a los que nos tienes acostumbrados. ¡Pero muchísimo! (leve repaso a ortografía y puntuación, que el "alabre" de espino no sale en la RAE)

Y vosotros idos a tomar por culo con vuestros giros y mierdas. Da sorpresas, sienta bases y comenta detalles. ¡Está bien, horda de seguidores de M. Night Shyamalan!