Tobías Marstrom ya le estaba dando de nuevo a su hobby favorito.
Un día soleado, relajante, estático, sería un día perfecto si no fuese por el tremendo ruido que montaban en el sector cero con ese monstruoso andamiaje.Además ese mismo día estaban haciendo aparatosas maniobras para colocar un titánico cilindro metálico sobre las obras. Todo el mundo rumoreaba, todos sabían de qué tenía forma ese cilindro, pero nadie lo decía en alto.
Bajando el pomo de la puerta con el codo, apareció en la azotea de su edificio con una silla plegable en un brazo y una botella de ron en el otro. Tampoco había hecho falta insistirle mucho, tan solo un par de comentarios subidos de tono y un susurro al oído con las palabras mágicas: vamos a follar a la jodida azotea otra vez.
Por una vez que Tobías se estaba tomando su trabajo en serio y ya le habían engatusado. Llevaba horas llamando a la casa de Alexandre da Silva, artista que se iba a encargar de la portada de un reciente best seller, pero nadie cogía el teléfono. Fue entonces cuando, oyendo los furiosos alaridos de su jefe, Silvia, su secretaria preferida, entró para tranquilizarle.
-Para que luego digan de los clichés de la secretaria-Tobías ya se había sentado y Silvia abalanzado sobre si regazo, mechones rubios sobre su pecho-No dejes nunca de trabajar para mí.
-Jaja… ¿Y qué pasaría si me fuese a otra empresa?-dijo ella mordiéndole en el cuello.
-Que iría hasta el despacho de ese cabrón y te secuestraría.
La secretaria se zafó un instante y lleno los dos vasos con el caro ron de Costa del Sol, con dos hielos cada uno.
-Tengo una sorpresa para ti.
Tobías alzó las cejas todo lo que los músculos le dejaron y puso una sonrisa de excitante emoción.
-¿Qué es? Venga, dímelo ya.
-Primero vamos a bebernos las copas-dijo ella dando un largo trago. El obedeció al instante y en cosa de diez minutos su vaso estaba vacío.
-Venga, ya está, ahora la sorpresa.
-Si ya te la has tomado, tonto-dijo con una carcajada propia de una niña.
Tobías tardó en comprenderlo, en parte porque la droga de la bebida ya comenzaba a hacer efecto. Los contornos de Silvia comenzaron a brillar y formar una silueta fluctuante. Miró a los edificios colindantes, miró a la mesa y finalmente alzó sus manos para observárselas. En cualquier lugar ocurría lo mismo: ondulados contornos que abarcaban todo el espectro de colores y se desplazaban por él.
-¿Qué mierda me has metido?-dijo empezando a asustarse y notando como la temperatura de su cuerpo ascendía.
-¿No es divertido?-rió ella tambaleándose y colocándose de rodillas para comenzar la función.
Silvia también se había tomado lo que fuese que había echado en las copas y eso por lo menos le relajó, ya no era algún asunto de venganza o algo similar. ¿Pero a qué coño jugaba entonces? Ahora Tobías no podía dejar de pensar en qué tipo de drogas podían causar esas alucinaciones, haciendo un repaso mental de todo lo que probó en su adolescencia.
Pero no pudo ni llegar a concentrarse porque la secretaria ya le había bajado los pantalones y comenzado a jugar con su miembro como sólo ella sabía.
-Más vale que luego no me acuerde de nada, Silvia, esto no me hace ni puta gracia-sin embargo no era consciente de que no se le quitaba una estúpida sonrisa de la cara.
Lo estaba “flipando” literalmente. La cabeza de la rubia se había convertido en un tormentoso borrón con el vaivén y la melena parecía tinta de colores que se esparcía por todas direcciones. Ahora le costaba mantener la cabeza quieta, como si los músculos de su cuello pareciesen de gelatina.
-¡Ay la hostia!
-Me lo ha dado un colega de mi primo-habló ella sacando la boca de su entrepierna. Entonces se le fue la mirada y se cayó de costado; se levantó con gran torpeza y emitió una risa distinta, con un matiz de nerviosismo tal vez- Son cristales de no se qué…Espero no haberme pasado.
Tobías sudaba a chorros y su cerebro, a parte de coordinar con dificultad, comenzaba a cruzar neuronas formando un revoltoso nudo marinero. El cielo le parecía morado y oía chapoteo de lodo, el suelo amarillo y olía a salsa de tomate, el aire parecía electrificado y le procuraba chispazos de placer directos a la espina dorsal.
-Joder Silvia…Esssssto esunaputalocura-dijo humedeciéndose los labios. Incluso a él le sonaba extraña su voz, con velocidades incontrolables y mala pronunciación-¿Silviiaa?
Pero ella no contestaba. Bajó la mirada y una supernova le estalló en los ojos, cegándole momentáneamente. Segundos después vio la mancha difusa que era Silvia con su mano derecha aún sujetando sus testículos, pero totalmente inconsciente.
-Pfffff… Serás gilipollas…Noooo aguantasnada-dijo riéndose en vez de preocuparse por la salud de su subordinada.
Entonces no supo cuánto tiempo pasó, pero se puso a pensar algo, a intentar recordar lo que solía hacer después de follar en la azotea. A ver, follamos, yo dejo el condón en la otra silla…No un eclipse si no tres fueron los que dieron un nuevo significado a la palabra oscuridad…No joder, eso es de la novela que me estoy leyendo ahora…Ella vuelve a su despacho y continúa trabajando…Tobías hijo, di hola a tu prima de Nibelheim…Es cierto, qué buena está mi prima, todavía me acuerdo del día que nos pillaron…Entonces yo cojo algo de la mesa. ¡Sí! Unos prismáticos y me pongo a mirar algo…La madre que me parió, pero si el meteorito ya está aquí. ¡Vamos a morir todos! Dame la patita Linneo, dame la patita… ¡Qué inteligente era ese perro! Puto el turco que se lo cargó cuando le meó en los pantalones… Observo a alguien del edificio de en frente…Me apetece un kebab, de esos que tiene dos carnes distintas… Hijo, te voy a meter dos hostias, tú verás cómo las esquivas. ¡No me puedes prohibir leer libros, estás matando mi cultura!
-¡Coño ya sé! ¡La jodida modelo que da el tiempo en el canal seis!-gritó a pleno pulmón en cuanto se acordó.
La aludida, asomada a la ventana, se quedó perpleja al oír aquél alarido. Entonces su novio apareció también entre los marcos de la ventana y alcanzó a Tobías con la mirada. Da igual cómo fuese físicamente, el jefe de la editorial vio a un hombre de dos metros, de unos cuarenta años, calvo, con una barba totalmente desordenada y un ojo de cristal.
Gritó algo desde el otro edificio, pero las palabras no llegaron hasta los oídos de Tobías.
-¿Qué dices puto zombi?-gritó de nuevo entrecerrando los ojos para ver si así los edificios dejaban de moverse.
El “zombi” dijo algo, desapareció y volvió a asomarse con un palo de golf. Esta vez Tobías sí que le escuchó perfectamente.
-¡Espérame ahí hijo de la gran puta, que te voy a meter esos prismáticos por el culo!
-¿Va en broma no?-dijo él hablando sólo-Ahora vendrá el poli guay y me salvará del zombi.
Pero algo en su trastornada cabeza le decía, con la poca cordura que mantenía, que eso no ocurriría y que un tipo cabreado le quería sacar la mandíbula con un hierro 9.
-¡Hostias, hostias!
Pegó un bote y la silla cayó hacia atrás. Ni siquiera reparó en la durmiente Silvia cuando dando tumbos abrió la puerta de la azotea y comenzó a bajar las escaleras hacia su despacho.
Ya había aprendido que cada ve que movía la cabeza bruscamente, otra supernova le estallaba en los ojos, así que con apariencia estúpida, intentaba mantener el cuello erguido.
Dejó atrás la salida de emergencia que daba al tejado e intentó parecer sereno caminando por los pasillos de su editorial. ¡Como si fuese tan fácil! Entre que le bailaban los ojos e iba más tieso que una espiga, lo raro es que no le dijesen nada.
Torció la esquina y se dio de morros con el encargado de la limpieza, que pasaba la fregona con parsimonia y unos auriculares a todo volumen que colgaban cuando se inclinaba.
-¿Está bien, jefe?
Tobías se quedó quieto, aguantando la respiración.
-Eso depende… ¿Eres tú el zombi?
-¿Qué si soy qué?
-Es cierto, el otro era más grande y calvo y… bueno, da igual. Me voy a mi despacho, si ves a un zombi con palo de golf le dices que no estoy.
Le dio unas palmaditas en el hombro y siguió andando erguido. Entonces se paró de nuevo y chascó los dedos.
-Ya se quién eres tú… ¡Eres Arcturus Black, el rebelde del Nexo!
-Ehh… ¿Jefe está bien?
-Que si joder, que sepas que eres un jodido cabrón, se te va mucho la cabeza, mira que matar a un pobre niño…Oh y me tienes que presentar a Lulu, tiene que estar como un queso, si no fuese porque ya se la ha quedado ese cabronazo de Wolt…
-Vaya a su despacho y duerma un poco-dijo el atónito empleado, que ya había decidido ignorar sus desvaríos-Catalogar tantas novelas le ha fundido los sesos.
-No sé qué has dicho pero lo haré…Recuerde avisarme si viene el zombi-ya se estaba yendo de nuevo cuando volvió y le zarandeó totalmente asustado-¡Tío, que tienes dos serpientes metiéndose por tus orejas!
-¿Pero qué coño te pasa?
Minutos después, el conserje se había encargado de llamar a un taxi y el empleado de la limpieza llevaba a Tobías en volandas hacia la puerta principal.
-No se preocupe jefe, aquí no hay nada importante que hacer, el taxi le llevará a casa.
-Eres un buen colega… ¿Te dije que una vez estuve hablando con Rufus? Resulta que es un jodido alienígena con trompa de elefante. Lo que pasa es que viajó en el tiempo hacia el futuro y consiguió que… ¡Me cago en la puta! Te dije que me avisaras si venía el zombi.
En efecto, entrando por la puerta circular de la editorial, apareció el gigante calvo y con barba, con el ojo de cristal emitiendo una luz roja que cegaba a Tobías y el palo de golf dispuesto a partir cráneos. Parecía exhausto, como si correr hasta el edificio de al lado le hubiese costado un gran esfuerzo.
-Maldito pervertido, ahora te vas a enterar.
-¡Rápido hay que ir a una iglesia o algo!
-¡Que no es un zombi, que este tío te quiere moler a palos!-ya hasta el de la limpieza gritaba, no se sabe si porque había respirado la droga de Tobías a través del sudor o porque estaba hasta los cojones del alocado día que le estaban dando.
Tobías se zafó de sus brazos y comenzó a correr, yendo de lado a lado y agitando los brazos. Entonces se tropezó con un cordón de sus caros zapatos y cayó justo cuando el palo del zombi pasaba a la altura de su cabeza.
-No podrás conmigo puto zombi, los palos de golf no me afectan-dijo incorporándose viendo millones de polillas de colores volar a su alrededor-Ahí te quedas.
La puerta giró y Tobías se largó con viento fresco, riéndose descontroladamente y llorando a la vez.
-Joder… ¿Cuándo se va a acabar esta jodida cogorza? Yo quiero irme a dormir ya… ¡Calla idiota, no pienso subirme a ese avión!-dijo incluso imitando dos voces distintas.
El calvo salió segundos después y comenzó a correr para intentar atrapar a Tobías, que ya torcía por una bocacalle.
[...]
-Lazarus… ¡Oh dios, menos mal que me has cogido la llamada!-susurró a su móvil escondido tras un contenedor-Estoy hecho mierda tío. Veo colores que ni siquiera existen, me va a explotar la cabeza y me persigue un zombi… ¿Qué? Que sí, no te rías de mí. Aiba espera, no cuelgues, que acabo de ver a un erizo naranja disfrazado de turco…Que sí, lleva un pelo la hostia de raro…Bueno, erizo, nutria, qué más da, creo que lleva el pelo pegado...Ya está, se ha metido en un local. Ven a recogerme tío… ¡Mierda, joder, si yo tenía un taxi en la puerta! Da igual, quedamos en el bar de la calle Rose… ¿Que ese bar es de gays? ¿Y por qué nadie me lo ha dicho hasta ahora?
[...]
-Eh, eh…-dijo el camarero cuando vio entrar a Tobías a toda prisa, con la única premisa de usar el lavabo y marcharse-Si quieres usar el servicio, mínimo una consumición.
-Veeenga tío, un poco de compasión-su voz era ahora ronca y pastosa, los efectos se iban pasando poco a poco, aunque todavía veía cosas que sólo existían en su imaginación- Si no te lo voy a manchar ni nada.
-No cederé, de alguna forma tendré que ganarme el pan.
-¿Sabes? Me habían dicho que tú molabas, pero parece que estaba equivocado-sacó su cartera de cuero negro y sacó unos cuantos guiles- Ya que estamos…Ponme una copa de ron.
El dueño del bar se dispuso a preparar su bebida, mientras Tobías observaba atónito con los brazos y el mentón apoyado en la barra. Cuando los tres hielos cayeron en el vaso, emitió una gran exclamación.
-Tiiio… ¿Cómo has hecho eso?
-¿Hacer el qué?
-bah, déjalo-dijo sabiendo que la sinfonía que había oído salir del vaso era fruto de su quebrada imaginación y era tontería seguir.
Entonces entró Lazarus, excitado y nervioso, agitando los brazos para que su amigo le mirase.
-Vamos Tobías, ese tipo está a punto de llegar y no creo que lo del cemento le haya hecho mucha gracia.
-Ya va, ya va-respondió acordándose de que todavía le perseguía un loco-voy a mear y nos piramos.
Se bebió la copa de un trago y fue al servicio arrastrando los pies.
-¿Pero qué haces loco, eso era ron?
No hizo falta respuesta. Con la puerta abierta de los servicios se pudo oír perfectamente la tremenda arcada que emanó de las entrañas de Tobías, cual dragón que ruge en su cueva. Cuando salió pasándose una manga por la boca, apuntó al camarero con el dedo pulgar y le dijo:
-¿Puedes ponerme otra de ron? Es que la mía se me ha caído en el retrete.
Lazarus pasó un brazo por sus hombros y se llevó a su amigo semiinconsciente fuera del bar, donde les esperaba un coche directo al fin de la intoxicada aventura de Tobías. Minutos después entraría un hombre de dos metros, calvo, con barba, palo de golf y una capa de cemento cubriéndole hasta el cuello.
-Señor, parece usted un zombi-bromeó el camarero.
La ira del muerto viviente se cebó con él y el bar estuvo cerrado durante tres semanas.
martes, 17 de noviembre de 2009
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5 comentarios:
Puedo decir con total seguridad que es lo más disparatado que he escrito en mi vida. espero que por lo menos os riáis.
Tíiiiooooo!!!!
Ahora deberíamos jugar a identificar frases que ha soltado Tobías, porque tiene cada una que es gloriosa xD
Bien, aunque se antoja escaso. Cuidado con ciertos puntos, que la ortografía y la unión de palabras bailan.
Diox, es buenísimo.
Y eso que no he acabado de leerlo. ¡No he podido! ¡Estaba demasiado ocupado partiéndome! Si eso era lo que buscabas, lo has conseguido xD.
Teh lol factor! Al maromo solo le ha faltado hablar en esperanto. A por el siguiente.
Ya lo terminé. Qué locura, y qué dolor de la tripada de risa ¡Si Tobías hasta dice una frase de M.A.!
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