viernes, 2 de mayo de 2008

115.

Hacía una noche perfecta en Nibelheim. Las estrellas brillaban fuertemente en el cielo, lanzando fugaces destellos azulados sobre el pueblo e iluminando el molinillo que se alzaba en el centro del mismo. El silencio predominaba en el lugar, y era levemente interrumpido por el sonido de las aspas en el giro del molino, que lentamente rotaban sobre su eje gracias a la suave y fresca brisa que se filtraba por las montañas Nibel, pero no era el molino lo único que reflejaba la luz de las estrellas…

- Míralos a ellos. ¿Qué estarán tramando? - susurró la chica, oculta tras una de las múltiples casas que cercaban el molino. Su larga y rizada cabellera le caía por encima de la cintura, cintura perfeccionada con sutiles curvas y que solía convertirse en el deseo de más de uno. Esa noche vestía un jersey blanco y largo con capucha y que cubría poco más de los muslos. Bajo el jersey (o lo que debiera ser el comienzo de las caderas) pendía un pantalón, ni muy ancho ni muy ajustado y de color negro, que finalizaba en unas botas, de color marrón oscuro. Se volvió inquisitivamente hacia su compañero, que miraba ausente a la mansión abandonada que se alzaba tras las casas.

- ¿Tú que dices, eh? – sonrió la chica.

El chico dio un respingo. Desde luego, no estaba muy atento a lo que decía su compañera.

- Genial. Esa parejita de enamorados nos quita el sitio y tú ni le haces caso. ¡Ja! ¡La verdad es que no se para qué me has llamado esta noche! – bromeó ella.

El joven alzó la mirada, más obligado que otra cosa, hacia el molino. Allí se podían apreciar dos figuras sentadas en uno de sus polletes, espalda contra espalda y mirando el cielo.

- Oh...Menudo fastidio… nos han quitado el sitio. - se mofó el muchacho, poniendo tono de falsa tristeza y arrastrando las palabras.

- ¡Encima te ríes! ¡Esto no puede ser! ¡y yo creí que te importaba…!

- Si por algo te llamé, Mirlen, no era para sentarnos otra vez en el molino, como tantas veces hemos hecho ya.

- ¿Entonces? – se volvió extrañada a su compañero, que se miraba en ese momento a una de las ventanas de la ventana. La chica hizo lo mismo, observando su reflejo. El joven era un poco más alto que ella, y su rizada cabellera, negra también, le caía sobre los hombros. Tenía un semblante serio, como ella, y pocas veces sonreía. Vestía una camiseta negra oscura, que marcaba levemente sus músculos y llevaba unos pantalones de color azul oscuro que ocultaban la mayoría de su calzado, botas negras. Al darse cuenta de que lo miraban, el chico se giró rápidamente.

- Esta noche te noto un poco raro Egal…

- Si bueno, eso es porque… - buscó con la mirada algo. ¿Una excusa tal vez? Buscó… buscó… y se encontró con los ojos de Mirlen.

- ¿sí?

- Porque… tengo que… decirte algo importante.

- ¿importante…?

- Sí, veras…

Egal se giró rápidamente y comenzó a caminar por detrás de las casas, rumbo a la mansión. Encogiéndose de hombros, la chica lo siguió.

- Llevaba bastante tiempo queriendo decírtelo ¿sabes?

- Me estas asustando, quieres dejarte de misterios…

- Sí, sí…bueno… la verdad es que… - volvió a callarse. Mirando al suelo, esquivaba los árboles y todo tipo de obstáculos que se escondían tras las casas de Nibelheim, tal era su costumbre de atravesar aquellos vados (porque estaba ciertamente prohibido atravesar por allí). No se escuchaba apenas los pájaros piar y las hojas se mecían levemente, ocultando así la luz de las estrellas.

- ¿Quieres soltarlo de una vez? ¡Me pones de los nervios cada vez que haces eso!

- Esque es complicado. Todo parecía tan sencillo cuando lo ensayé en el espejo de mi casa…

Ante ellos apareció la verja trasera de la mansión. El óxido corroía el metal y le daba un tono más lúgubre de lo normal. Tras ésta, los jardines, llenos de flora y vegetación descuidada, cubrían la fachada de la mansión, que a estas alturas podemos deducir que estaba del todo abandonada.

- ¡Suéltalo!

- Está bien. La verdad Mirlen… yo quería decirte…

- ¡FELIZ CUMPLEAÑOS!

- ¿Pero qué demonios…?

La chica se giró asustada. Tras los matorrales comenzaron a salir niños y niñas, gritando y canturreando algo así como “Cumpleaños feliz…” o algo así. Le lanzó una mirada a Egal, el cual estaba sonriendo.

Eso es… te quería decir… feliz cumpleaños. – susurró entrecortadamente mientras intentaba librarse del abrazo que le estaba dando Mirlen. Eran las doce de la noche y había cumplido dieciocho años… los dieciocho años más felices de su vida…

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- Dicen que se lo han llevado…

- ¿Y por qué?

- No no… creo que se fue por su propia voluntad…

- ¿Qué dices Ephel? ¡Cómo podría Egal hacer una cosa así! ¡Sabes lo que opinaba sobre Shinra!

- Bueno, mejor dejémoslo por ahora. Mirlen está dormida, no deberíamos despertarla.

La voz de Ephel y Neam la despertó. La noche anterior había sido una verdadera locura y apenas recordaba cómo había llegado a su casa. Se desperezó levemente y se incorporó en su cama, rascándose vagamente su rizada y enmarañada cabellera.

- ¿Qué decís de Egal…? – pronunció, con la voz ronca.

- ¡Cariño! ¡Te has despertado! – Ephel, el chico más alto, se acercó a ella para darle un beso en sus tiernos labios. La chica sonrió.

- ¿Estas aquí porque es mi cumpleaños, verdad? ¡No teníais que haberos molestado, con lo de ayer fue bastante! – se volvió a tumbar en la cama, cerrando los ojos.

- Mirlen, tenemos que…

La otra voz, que fue acallada por una mirada fulminante de Ephel, provenía de otra chica, delgada y rubia. Muy consumida para su edad.

Al notar el silencio incómodo, abrió un ojo.

- ¿Qué ocurre…?

- Verás… es sobre Egal… él… - comenzó a decir Ephel.

- Se ha ido. – zanjó Neam.

- Jajaja… claro que se ha ido… era muy tarde ayer y tenía que volver a su casa…

Volvió a predominar silencio en el cuarto. Mirlen abrió los ojos de nuevo. Algo iba mal. Incorporándose miró a sus dos amigos.

- ¿Verdad…?

- No está en el pueblo. Ayer le vi con mis propios ojos subirse al camión de alistamiento de Shinra.

- ¿¿Qué?? – la congoja se apoderó de la chica. Ahora empezaba a comprender en extraño comportamiento de su compañero... tenía que decrile algo... importante... Pero... ¿cómo?

¿Cómo era posible? ¡Él odiaba a Shinra! No… no podía ser… tenía que ser una broma… Sus ojos se volvieron borrosos y una lagrimilla comenzó a resbalar por su mejilla izquierda.

- Mirlen… no sé cómo ni por qué…

- Dejadme sola… por favor…

Neam asintió, saliendo de la habitación. Ephel hizo un ademán de sentarse a los pies de la cama, pero la chica se lo impidió.

- Sola, por favor. - apenas pudo pronunciar esas palabras.

El chico se extrañó… a pesar de la relación amorosa que tenía con ella… daba igual… decidió hacerle caso. Justo antes de cerrar la puerta, pronunció preocupado:

- No sé la importancia que le dabas, Mirlen… pero él se ha ido… y se ha ido ÉL. Nosotros seguimos aquí.

- ¡Márchate!

La puerta se cerró con un portazo.

La chica se echó en la cama, abrazando la almohada y ahogando sus sollozos en ella.

Tenía algo que decirle… tenía algo que decirle y no pudo hacerlo…

Su corazón ardía de dolor… estaba ardiendo… se estaba quemando… se estaba quemando…

El rugir de un motor de gran cilindrada la despertó. Para cuando se hubo dado cuenta de dónde estaba, la moto estaba ya lejos de su alcance. Estaba tendida bocarriba, sudando a chorros y el traqueteo de la máquina en la que estaba subida le ayudó a recordar dónde estaba… Se deshizo de las bolsas y sacos de suministros que utilizaba para esconderse en la parte trasera de la camioneta y rodó hasta quedar en el borde. Esperó un poco, a que el conductor aminorara la marcha y entonces se dejó caer a la carretera. Pesadamente, y aún mareada por el despertar, se levantó del suelo y se sacudió el polvo de su jersey blanco... exactamente el mismo que llevaba dos años atrás en su cumpleaños. Al recordar ello, se entristeció un popco y su corazón rememoró los momentos que había pasado en Nibelheim... y las pesadillas que a partir de ese momento asaltaría su mente... tanto tiempo había pasado desde la partida de su amigo... y tan recientes tenía sus sentimientos...

Alzó la mirada, apesadumbrada y confirmando así que no se había equivocado de destino: Midgar. La gran placa se alzaba majestuosa sobre su cabeza, impidiendo el acceso de la luz solar y dándole un tono de pobreza total a la zona de los suburbios. Había escuchado historias sobre el hambre y el aspecto de los sectores de Midgar, pero aquello suplía con creces todo lo que habría podido imaginar de una ciudad cuya mayaría de la población vivía absentos de luz solar. Las carreteras apenas se podían diferenciar del terreno y los vehículos (los pocos que circulaban), tenían que atravesar por tablones de madera improvisados como puentes entre grieta y grieta que aparecía en el asfalto. Las paredes estaban manchadas de mugre y suciedad y apenas se podía apreciar rastro alguno de árboles u otra especie vegetal, motivo por el cual aparecían tantos mendigos y gente tirados en el suelo con aspecto demacrado y consumido.

Asustada, decidió apartar la mirada para toparse con una patrulla de soldados Shinra. A pesar de llevar el casco, la chica podía adivinar perfectamente la mirada con que la observaron. A pesar de todo, los soldados siguieron de largo y se internaron en una especie de bocacalle a la derecha, de donde se escuchaba el sonido alborotador de gente… ¿acaso era un mercado? Recordó el motivo por el que estaba en esa maldita ciudad y, armándose de valor, siguió a los soldados. Podía ser cualquiera de ellos… tenía que estar cerca... y qué mejor lugar que el… Mercado Muro.

9 comentarios:

Paul Allen dijo...

Humm... Es un comienzo corto, y no me enteré muy bien del tiempo que pasa entre la felicitación por su cumpleaños y la llegada a Midgar. Tienes que explicar un poco mejor lo del paso del tiempo, porque llegó un momento en el que me perdí por completo. ¿No pasó nada en todo el viaje? Fíjate que tuvo que ir de un continente a otro (y de polizón, a mi parecer).

Y no me acaba de gustar eso de que la historia empiece en Nibelheim, por algo esto se llama Azoteas de Midgar. Debiste narrar eso como si fuera un recuerdo, con la estructura del revés: Midgar, Nibleheim (analepsis o flashback) y vuelta al presente, Midgar."Pisó el suelo polvoriento y respiró el poluto aire de la metrópolis. El ambiente deprimente le hizo rememorar el día que bla, bla, bla".
Ojo con expresiones como "es que", que va separado.

Hala, por mi parte ya es suficiente. Practica y lee para aprender de otros estilos.

EgalEstrenge dijo...
Este comentario ha sido eliminado por el autor.
EgalEstrenge dijo...

MIerda...borré el otro comentario... a ver si recuerdo lo que dije...

no, no... ya se que empieza en Nibelheim, pero no es en realidad asi. A ve rcmo lo explico. Queria introducir al personaje según sus recuerdos. Es decir, lo que transcurre en Nibelheim son recuerdos, recuerdos con los que sueña la protagonista mientras esta en la camioneta de viaje a Midgar (y de esos recuerdos a los de Midgar hay varios años) Por eso dije que se me ha quedado a la mitad, aun asi es verdad que tengo que reeditar unas partes, para aclarar el tiempo. Gracias por el consejo Kite ;)

PDTA: Para futuros comentarios: PIEDAD! ES EL PRIMERO QUE HAGO!

Lectora de cómics dijo...

Yo quiero recordar una cosa y de paso que sirva para el resto: DEBEIS CONECTAR LOS RELATOS. En este veo que dejas un enlace al final pero no veo el enlace al que escribió Kite (era difícil pero algo se podría hacer)

Hay que mejorar esa sensación de recuerdo porque no lo parece ·_· también hay unas cuantas pifias por ahí, repeticiones, frases sin demasiado sentido, etc.

En fin, me toca :3

EgalEstrenge dijo...

El enlace está con la moto de gran cilindrada esa :S

Paul Allen dijo...

En eso tiene razón, hermana.

Y otra cosa: A veces abusas de los puntos suspensivos, como en "Míralos a ellos... qué estarán tramando...", por ejemplo. Quedaría mejor con un "Míralos a ellos. ¿Qué estarán tramando?". Que haya una pausa larga entre una frase y otra no quiere decir que se hayan callado medio minuto.

Astaroth dijo...

No he entendido muy bien la historia, se hace confusa y extraña. Y mira que en eso soy especialista.

Además, está el hecho de que no comienza en Midgar. Pero en esencia, es una buena manera de iniciar una historia.

Ukio sensei dijo...

Quizás deberías marcar más los enlaces, ya que a pesar de lo de la moto, eso queda un poco...

Estoy con Kite en que lo de Nibelheim debería haber sido un flashback, y la verdad es que esos detalles quedan un poco mejor después de presentar al personaje, para ir descubriendo las cosas poco a poco.


Pero es un comienzo, mejor que algunos, peor que otros y aún así, suficiente.

Lectora de cómics dijo...

Sabía que en la moto había una intencionalidad pero no terminé de ver el enlace de forma clara.