martes, 11 de noviembre de 2008

146.

Vino, una mezcla de carne picada con largos tallarines rancios que encontré en una papelera y jugos gástricos fue lo que salió de mi estómago. Tenía tanta hambre esa tarde que apenas mastiqué los spaghetti, y el resultado fueron unos asquerosos gusanos entintados por el morado del vino. Verdaderamente repugnante para alguien normal, pero yo iba tan ciego que aquella anécdota se me antojó cómica.

-¿Todos esos gusanos han salido de mi estómago?

Me encontraba en un oscuro callejón(como no, mi relación con los callejones en los últimos días era más que habitual). No es que no quisiese traumatizar a los transeúntes con mi espectáculo de arcadas, más bien me avergonzaba que alguien me viese vomitando.

La pequeña luz de emergencia de la puerta trasera de un local brillaba tenue, parpadeando con cierta agonía. Eso, en mis ampliamente dilatadas pupilas era un festival de luces, cosa que no ayudaba a mi “mareo”.

Me encontraba en el sector 3(es lo bueno que tiene deambular por ahí, no hago más que visitar distintas calles todos los días) sin saber qué hacer. Bueno, en realidad no, mi plan era acercarme a la estación de tren, con la esperanza de ver de nuevo a Lucille; había pasado una semana exacta y ella me prometió volver a vernos en el mismo bar, pero yo era incapaz de esperar y fui directamente a la estación.

La verdad es que estaba allí hace horas, pero la espera me puso nervioso y me bebí aquél picado e insípido vino, lo que me hizo alejarme a un oscuro callejón dando tumbos.

Cuando acabé mi “retro-alimentación” me sentí mucho mejor y el efecto del alcohol se desvaneció ligeramente, aunque mi garganta quedó resentida y me producía picor. Con el agua acumulada en un oxidado bidón me lavé la cara y me eché el pelo hacia atrás; momentos después me dirigía de nuevo hacia la estación.

Ese día no me había metido nada por culpa de mi estúpido embobamiento por Lucille y, aunque en el fondo debería agradecérselo, de nuevo mi cuerpo pedía más.

Atravesando una calle llena de farolas y agobiante tránsito de personas, volví a la lúgubre estación de trenes.

Había poca gente allí: una pareja tonteando en un banco haciéndose caricias, un hombre leyendo el periódico a la luz de una parpadeante farola y un niño agarrado a la pierna de su madre suplicando y lloriqueando palabras ininteligibles. Yo me senté en uno de los bancos de roída madera y escamada madera y metí las manos en los agujereados bolsillos de mi chaqueta; Los dos tortolitos, al verme, se fueron dos bancos más lejos.

-Maldita sea ni que fuese un molbol- dije con un ebrio eructo.

Pasó media hora, una, dos…Lucille no venía. En una de las paradas bajaron dos hombres, uno joven y el otro con pelo entrecano y gabardina. Dos jóvenes Turcos intentaron burlarse del más mayor pero otro más veterano les dio un buen golpe en la cabeza a ambos. La cosa no llegó a más y la extraña rutina volvió a la estación.

Yo tenía mucho frío y el vómito de antes comenzó a sentirme peor de lo que pensaba. Estiré las piernas y ocupé todo el banco, acurrucado mirando hacia los barrotes de madera. Sin darme cuenta de que poco a poco se me fueron cerrando los ojos, sumiéndome en un frío y aletargado sueño, mezcla de somnolencia cansancio o alcohol.



-Te digo que Sephiroth gana a cualquiera.

-Pues mi padre siempre dice que está sobrevalorado.

Dos chicos andaban por las calles del sector 5, por encima de la placa. Los dos llevaban a la espalda mochilas con sendos y pesados libros de texto, uno rubio y con la raya en medio y el otro con una corta melena morena, que ondeaba libre al viento. Ambos, amigos inseparables iban al mismo colegio e iban vestidos con el mismo uniforme de verano; pantalones vaqueros de un azul marino y camisa blanca impoluta.

Era el último año que estaban en el colegio, pronto darían el salto a la enseñanza secundaria.

Mientras uno de ellos imitaba a su héroe lanzando estocadas con una quimérica espada gigante, el otro le reía las gracias y miraba al cielo con melancolía; ese verano su amigo se iría de vacaciones a Costa del Sol y no podrían verse hasta el comienzo del nuevo curso.

-Oye Wolt, ¿por qué no te quedas en mi casa este verano?-preguntó por infinita vez con tal de que su amigo se quedara en Midgar-Así no tendrías que irte a ese asqueroso paraíso de jubilados.

-Ya te lo he dicho Yief, mi abuela es muy cabezota, seguro que si no voy me tacha de su herencia-contestó el compañero bromeando-Además, después iremos a Wutai. Dicen que ahora está muy de moda ir a relajarse allí.

-Bueno, pero entonces quédate esta tarde conmigo, tengo un videojuego que te va a encantar, me lo ha regalado mi hermano.

-¿Tu hermano aún está en casa?

-Sí, dentro de dos meses se presentará a las pruebas de Turk-dijo Yief con ojos soñadores, a pesar de que no era él-Imagínate: Björn Vanistroff de turco, que envidia me da.

-¡Pero si tu siempre has sido un enclenque! Es imposible que llegues a ser como tu hermano-bromeó de nuevo Wolt.

-¿A que le digo que te pegue?

Entre risas y bromas continuaron los dos amigos andando hasta llegar a la fachada de una suntuosa casa. Era un recinto enorme donde se erigía un edificio de dos plantas con pintura de color crema. Fuera, un muro del mismo color que la casa cercaba el terreno, ocultando el interior con un cuidado y esbelto seto. Yief y Wolt pasaron a través de un arco natural, producto de los entrelazados espinos de un rosal, y empujaron hacia delante una puerta de barrotes de hierro, decorados con florituras y un baño de oro. Corrieron por un césped perfectamente regado y cortado, con varios juguetes tirados desde hace días, y un perro delgado les dio la bienvenida.

-¡Hola Fenrir!-saludó al perro Wolt-Vaya Yief, cada vez es más grande.

El perro, un pastor de Corel de pelaje totalmente negro y pecho blanco, hiperactivo desde que nació, saltaba, brincaba y babeaba de felicidad al ver a su dueño y su amigo. Tenía tres meses y ya le llegaba a Yief por la cintura.

Rápidamente llegaron a la puerta principal, decorada a los lados con tiestos de flores rojas y una enredadera que serpenteaba por la pared y se agarraba a unas columnas, las cuales soportaban el peso de un arco abovedado(el súmmun de lo hortera, así se resumía aquella casa. Lo que Yief no sabía es que la afición de su madre por la jardinería, no era más que para evadirse de los problemas que había en casa).

-¡Mamá, ya estoy en casa!-dijo Yief a grito pelado.

Los dos chicos tiraron las mochilas en la entrada y acto seguido fueron corriendo al salón; un mayordomo, con pantalones grises y chaleco negro de botones, recogió los bultos y los llevó escaleras arriba, escaleras de mármol pulido.

-Oh, si ha venido Wolt también-dijo una voz femenina y llena de ternura-Esperad que os haga un bocadillo para merendar.

La madre de Yief, una mujer corriente y modesta pese a su estatus social, apareció con un delantal decorado de mazorcas de maíz para saludar a los chicos y volver a la cocina. Tenía el pelo rizado y de un color tostado, acompañado de los mismos ojos que tenía Yief: de un hipnotizador marrón claro. También tenía los mismos labios, rosados y con cierta prominencia que resultaba sensual. Claro que Yief aún no había adquirido tales rasgos de adulto, aun le quedaba pasar por la adolescencia.

-Te vas a enterar, he estado entrenando y te voy a meter una paliza.

Yief encendió la videoconsola que se apoyaba al lado izquierdo de la televisión y metió lo que parecía el disco de juego. Ambos se sentaron en un amplio sofá de cuero blanco y comenzaron a jugar con un alarde de éxtasis y mala leche, aporreando los botones del mando.

-¿Pero qué haces cogiendo así el mando? Que no es una guitarra-dijo a carcajadas Yief al ver que su amigo agarraba el aparato de una forma muy extraña.

-Tu calla, ya verás como así te gano.

Tras diez minutos de tortura para Wolt en los que acabó sudando y no ganó ni una sola partida, una voz de mujer surgió de la cocina, contigua al salón por una de sus puertas. Yief se levantó y fue decidido a recoger su merienda…Para seguir jugando después. Abrió la puerta, enmarcada con cristal translúcido, risueño y feliz, sentimiento que se desvaneció al entrar en la cocina.

-Ah, hola Padre-saludó mirando de reojo al hombre que se erguía apoyado en la encimera-Pensaba que hoy estaba ocupado con su trabajo.

-Pues no es así…¿Quién es ese que hay en el salón?

Su padre, de donde salía todo el dinero que tenían, hombre de negocios que trabajaba en Shinra, era un hombre serio, sin pizca del humor y lo exigente que era consigo mismo le impedía estar con su familia habitualmente…Aunque eso no le importase. Sólo le importaba el dinero y creía estar inculcando en sus hijos un buen modelo de vida y doctrinas, cuando lo único que hacía era obligarles a hacer lo que le parecía a él bien.

Ahora estaba en la cocina de su casa, con un pantalón y una americana a juego(negro con rayas verticales grises) y una corbata roja perfectamente atada. Tenía el pelo ya entrecano y echado hacia atrás, marcando más las entradas de su frente. Unos ojos totalmente oscuros, unos labios caídos y las arrugas que se formaban en la frente, le daban un continuo aspecto sombrío y de enfado.

-Pues dile que se vaya pronto, no quiero desconocidos en mi casa.

-Somos amigos de toda la vida, no me conoces nada-murmuró Yief en un nivel casi inaudible

-¿Perdona?

-Nada Padre, si quiere se lo digo ahora mismo.

-Cuanto antes mejor. Juliet, estaré en mi escritorio, a las ocho hazme la cena.

-De acuerdo cariño-contestó su mujer nerviosa ante tal tensión. Ella si que había oído lo que había dicho su hijo-Acabo de regar las petunias y me pongo a ello.

-Maldita sea…-murmuraba el padre mientras se iba-Algún día conseguiré vivir en el Sector 1…

Yief cogió el par de bocadillos que había en la mesa y se dirigió de nuevo al salón. Antes de que cerrase la puerta pudo oír a su madre des de el otro lado:

-Por favor, no hagas enfadar a tu padre.

Los dos amigos se comieron el bocadillo en absoluto silencio. Wolt rumiaba con energía el jamón del interior y Yief hacía una bola intragable en su boca inconscientemente; como el nudo que se le había quedado en la garganta.

-¿ha dicho algo tu padre?-preguntó al final Wolt.

La pregunta cogió a Yief por sorpresa y no sabía que responderle. “No quiero que mi padre se enfade, si no mamá llorará” pensó mirando a los ojos de su amigo, pero al instante un pensamiento rebelde y algo egoísta se colocó por delante en la lista de importancia, “qué narices, Wolt se va mañana, quiero pasar esta tarde con él”

-Que disfrutemos del jamón de estos bocadillos, que es muy caro.

Estuvieron jugando un rato más a la videoconsola hasta que se les hizo monótono y decidieron salir al jardín para entretener al perro.

Tiraban una pelota mugrienta y babeada una y otra vez y Fenrir, como un auténtico perro, la cogía cuantas veces fuesen necesarias. Cuando una de esas veces, el perro se abalanzó sobre Yief y comenzó a darle lametones, mientras Wolt se desternillaba de la risa tirado sobre la hierba, su hermano Björn entró en casa. El perro liberó a Yief y fue a saludar al nuevo dueño. Él le acarició detrás de las orejas y después ayudó a su hermano a levantarse del suelo; tenía toda la cara llena de babas.

-¿Qué tal hermanito?-dijo con un tono grave y desganado.

-¡El videojuego que me has regalado es genial! Salen ranas con espadas…Y tienes que rescatar a otra rana y…

-No subas al piso de arriba ¿De acuerdo?

Esa frase le heló la sangre a Yief, sólo podía significar una cosa: algo que de seguro enfadaría al cabeza de familia llamado Elric.¿Qué podría haber pasado para que Björn trajese una cara tan mustia? Los ojos marrones que también había heredado de su madre ahora reflejaban depresión y nerviosismo y bajo ellos dominaban un par de ojeras sombrías. Se llevaba continuamente la mano al costado derecho y hacía muecas de dolor.

-¿Ha pasado algo?¿Estás bien? No puedes entrar ahí dentro, Padre ha venido-dijo Yief cada vez más flojo.

-Algún día tendré que afrontar mis miedos y entrar en esta casa…Hazme caso y no subas por favor.

Björn agitó la cabeza de su hermano pequeño con ternura y le dirigió la sonrisa más creíble que pudo; después empujó la puerta para dar las noticias que fuesen, buenas o malas. Aunque todo parecía que malas.

Los dos amigos permanecieron en silencio durante un incómodo minuto, el cual rompió Yief con cierto nerviosismo en su voz.

-Tal vez deberías irte Wolt.

El aludido sabía que algo marchaba mal, pero no llegaba a entender el qué…Aunque sí notaba que allí sobraba, él tampoco quería despedirse tan pronto de su amigo.

-…Nos veremos en otoño-murmuró como si las palabras no quisiesen salir-Te prometo que te traré algo de Costa del…

-¡Yief Vanistroff, Ven arriba ahora mismo!-interrumpió el inconfundible alarido de Elric.

Yief, con lágrimas en los ojos, dio media vuelta y se las enjugó con la manga de la camisa.

-Vete por favor, y no me traigas nada de tu viaje, esos souvenir suelen ser horribles-lapidó sollozando.

Ni siquiera miró hacia tras para ver si su amigo se marchaba, cerró la puerta con fuerza y soltó un pequeño pero sonoro sollozo.”Toda la culpa es de mi padre, él siempre lo estropea todo”.

Las manos le temblaban mientras subía por las escaleras de mármol y se apoyaba sobre la barandilla. Las voces ya sonaban desde abajo, una de ellas enfurecida y la otra entre la ira y el lloro.

-¿Cómo que te han echado…?¡No vales para nada…!

Cuando Yief subió el último escalón vio a “Padre” y a Björn discutiendo en el baño. Juliet no estaba, seguramente se hubiese escapado para podar el seto o regar plantas con tal de no escuchar la conversación.

La bañera, al más puro estilo barroco, con detalles en oro y plata, estaba llena de agua tibia.

-Yief, ven aquí-ordenó Elric con siniestra amabilidad-Tú, Björn, de rodillas.

El hermano mayor se puso de rodillas frente a la bañera, ya con lágrimas surcándole las mejillas.

-Yief, eres un chico estudioso y muy educado, espero grandes cosas de ti, pero hoy Björn me ha decepcionado como hijo y como persona, así que merece un castigo y tú le escarmentaras.

-¡No, eso no! ¡No le obligues a hacer nada!-gritó Björn lloriqueando.

-¡Tú calla escoria! Yief, métele la cabeza en el agua.

Todo fue extrañamente rápido, como un instante que quieres pasar lo más veloz posible. Yief obedeció, con el rostro totalmente pálido, y agarró a su hermano mayor por la nuca, metiéndole la cara en la templada agua de la bañera.

Björn burbujeaba, gritaba bajo el líquido, se retorcía, tiraba, agonizaba.

-¡Padre, ya!

-No, no le sueltes.

-¡Se va a ahogar!

-Tú sigue.

Björn cada vez se revolvía menos y apenas salían burbujas. Cuando su cuerpo no hacía más que convulsionarse, Elric le sacó de un tirón. El chico volvió en si, emitiendo horribles arcadas y estertóreas toses; su cuerpo temblaba del frío y la conmoción.

-Espero que hayas aprendido la lección…O la próxima no te sacaré de ahí.

-Eres un hijo de puta-se atrevió a decir Björn con silbante respiración.

-¡¿Qué has dicho?!

-Lo que oyes, todo lo que piensas tú crees que está bien…

-Hermano para por favor…-quiso detenerle Yief.

-No, llevo veinte años aguantando demasiado. Que a ti te enseñaran con mano dura no significa que sea lo correcto. Además, tú apenas nos conoces, pasas diez horas a la semana en casa y te atreves a mandar en ella esclavizando a mamá y castigándonos a Yief y a mí.

-¡Cállate!- Bramó desde su mismísimo espíritu Elric- Ya has dicho demasiado en esta casa.

Después, cogió la alcachofa de la ducha y comenzó a asestarle fuertes golpes en la cabeza a su hijo mayor.

-¡Padre para, lo vas a matar!

-¿Y qué?-gritó de nuevo con los ojos inyectados en sangre.

Todo volvió a suceder extraña y rápidamente; Björn intentaba defenderse con patadas y se cubría la cabeza con los brazos, Yief agarraba el brazo de su padre con fuerza pero sin éxito y de repente su amigo Wolt apareció en el umbral de la puerta.

-¡No te dije que echaras a ese puto niño!



-Yief…¿Yief eres tú?

-¿Lucille?-dije desperezándome.

-Así es, ¿vamos a tomarnos una copa?

Y allí fuimos, al bar de hace una semana, a “nuestro bar”.

Yo fui todo el camino intentando borrar de mi mente aquél horrible recuerdo, después de aquél día no volví a ver a Wolt en la vida.

12 comentarios:

dijo...

1º Lo de los gusanos y lo de coger el mando como guitarra es verídico.

2º A ver quien adivina a qué videojuego juegan.

3º comentarios y críticas.

Astaroth dijo...

Corroboro el punto primero, y el segundo supongo que no tendría gracia si yo lo digo.

En cuanto al tercero, disparo: tienes ciertos problemas de puntuación y algunos de ortografía, pero nada demasiado serio. Echo en falta descripciones más extensas para entender mejor todo. Y luego ciertas cosillas sobre el personaje que ya te comentaré, para no desvelar nada de la trama.

En cuanto al ambiente, pues está bien el "retrospect", que nos muestra un poco el cómo llegó Yief a ser como es y será.

Lara LI dijo...

Dioses, el padre era para matarlo, qué tío tan cruel... y lo peor es que existe gente así en la vida real. ¿Para qué tendrá hijos la gente así, si total son incapaces de quererlos?

Buen relato, por lo demás, aunque coincido en lo de los problemas de ortografía y puntuación.

Lectora de cómics dijo...

Punto 1: El pastor belga groendael (de color negro, vaya) ya ha salido en Azoteas, se llama "pastor de Corel", Etsu, el perro de Kurtz, es de esa raza XD

Punto 2: ¿Has visto "Caso abierto" últimamente? XDDD

Pues na, el relato está bien llevado, lástima que al hacer mención de que la madre se dedica a la jardinería para eludir los problemas te anticipes y te hagas una idea de por dónde van los tiros, creo que sería más sorprendente sin mencionar ese detalle tan pronto.

Pobesito Yief ·_·

Lectora de cómics dijo...

Ahp... otra cosa, es Sephiroth, no Shepiroth xD y de hace cuanto que es esta historia? No estoy segura de la edad de Yief pero Sephiroth no llega a los 30 (y lleva 5 desaparecido)

Astaroth dijo...

Según me comentó, sería unos 12 antes aproximadamente.

dijo...

Mira que pensé en Etsu, pero al final por no buscarlo voy y coincido con la raza...

Lo de Sephiroth también estuve meditándolo, pero creo que sí que es posible; el realto ocurre 13 aos antes(Yief tiene ahora 25).

¿Caso Abierto?¿Esa es la serie llena de azules y grises que echan en la 2?

Todo lo demás corregido.

Ukio sensei dijo...

No me acaban de convencer dos detalles. El primero es una tontería (Donde mierda se ha visto un uniforme de colegio que incluya pantalones vaqueros??) y el segundo ya cambia, que es la escena en el baño. Es demasiado surrealista: El hermano mayor dejándose agarrar por el pequeño (a mi un niñato de 13 me intenta sumergir la cabeza y al incorporarme, el chaval vuela hasta el pasillo), o lo de arrodillarse. Por no hablar de la alcachofa de la ducha, que me parece algo más propio de mis relatos en coña con Harlan e Yvette, como el tiroteo del 24 horas y la secta o así.

El videojuego es Keroro?

dijo...

La cosa es que la actitud que impone el padre les obliga a obedecerle, sabiendo que si no lo hacen será peor, creo que no enfatizé esa escena lo suficiente.

Astaroth dijo...

No, no es Keroro.

Ukio sensei dijo...

Joder, pero con 20 años, ante esas... No es mejor irse de casa? Bueno, están el hermano y la madre, pero vamos...
Igual es que como yo me piraría, no acabo de ver la escena.

Irvin dijo...

No tengo ni ieda del videojuego y coincido en lo de los vaqueros. ¿Uniforme con vaqueros? ¿Donde? Como no sea en una mina... Pero bueno, en último término esto es una tontería.

para mí hay mucha descripción detallada sobre la casa. Se ha de decir que está bien llevada, porque te imaginas muy fácilmente como es, la disposición de los muebles y todos los pequeños detalles; pero no estoy segura si es realmente importante. Aunque claro, supongo que tu intención era "despistarnos" de la trama principal (con lo de la jardineria te cuelas, como han dicho antes).

No me acordaba del nombre de tu protagonista, así que hasta que no lo llaman al final estaba pensando que era otra demostración de la materia sentir, como lo de oir los pensamientos de la gente pero mucho más extremo (aquí queda claro que yo nunca uso esta materia en el juego XD).

Yo también esperaba que Björn se girara y pateara a su hermanillo para que no lo ahogara, o que Yief opusiera mucha más resistencia a la idea... pero son tus personajes y tú los conoces mejor.